Pero en el cielo oscuro
Las estrellas están
brillando.
… Bye Bye Sea
El viaje fue tranquilo, con pilotos experimentados como Ryeowook y Pilar, que el clima fuera muy bueno; hizo que tuvieran un viaje sin imprevistos. Heechul se había quedado dormido la mitad del viaje, pues seguía sintiéndose agotado. Siwon tuvo que despertarlo un poco antes que el avión aterrizara.
— ¡Hola amor! – Siwon lo tenía abrazado.
— ¡Hola Simba! – respondió Heechul el
saludo algo adormilado todavía, pero una leve sonrisa se dibujó en su boca al
ver en dónde se encontraba.
Despertar
entre los brazos de Siwon, le decía a Heechul que no era un sueño, que
realmente había pasado. Que ahora era esposo de Siwon, se encontraban camino a
vivir su vida y ser felices. Ansiaba que todos sus despertares fueran como ése,
Siwon sosteniendo su cuerpo entre sus fuertes brazos, con su mano acariciando
su rostro y después ese ardiente beso que le dejaba sin aliento dándole los
buenos días.
— Ya casi llegamos, ¿dormiste bien?
— Muy bien. – dijo un Heechul algo más
despierto.
Una de las
azafatas se acercó a anunciarles que tenían que abrocharse los cinturones.
Siwon le colocó el suyo a Heechul y después a él mismo. Antes de que se dieran
cuenta ya se encontraban en la pista de aterrizaje, dando vuelta para colocarse
en el área de descenso del avión.
Antes de
descender, se despidieron de Ryeowook y Pilar, agradeciendo su ayuda. Heechul
se había ganado una amiga con la cual mantendría contacto en aquel país que era
nuevo para él. Y entre broma y broma todos se despidieron, Siwon y Heechul se
retiraron pues tenían que registrar su llegada y esperar al contacto de la
embajada que vendría por ellos.
Entrar al
aeropuerto fue un alivio para ambos, aunque habían llegado en un día lluvioso y
algo frío. Los recibió el olor de la tierra mojada, la humedad y los pinos que
rodeaban la pista de aterrizaje y aunque para algunos fuera un pésimo día; en
Heechul logró calmar sus nervios de encontrarse por fin en ese nuevo país.
El ver que
no era tan diferente de donde venía, pues lo más importante lo llevaba a un
lado suyo, se dijo mentalmente que donde estuviera Siwon, ése sería su hogar.
Un suspiro de su parte alerto a Siwon de su estado, siempre al tanto de lo que
le pasaba. Apretó su mano fuerte y con la otra le ayudó con la pequeña maleta
que llevaba en sus manos.
Luego de
pasar por migración y aduana, afortunadamente no llevaban muchas cosas en las
maletas, por lo que no tuvieron problemas con aduana. Una vez hecho todo los
tramites, se dirigieron hacia la puerta de salida donde se supone que los
esperarían.
Un hombre
de traje gris los esperaba ahí, tenía un cartel en sus manos con sus nombres.
Se acercaron a él identificándose, ésta persona les dijo que un coche esperaba
por ellos en la salida de aquel aeropuerto. Antes de salir, Siwon hizo vestir a
Heechul algo más abrigado y él mismo se cubrió con algo más, pues no estaban
acostumbrados a aquel frío; tardarían un poco en adaptarse a él.
El viaje
en auto fue lo mejor, ver la ciudad, las grandes calles y los parques que
abundaban, pero sobre todo el ir y venir de la gente a Heechul le pareció
fascinante. Era una libertad que él deseaba experimentar.
Al llegar
a la embajada Coreana, fueron recibidos por la persona que Jay les había
contactado. Yesung ya los esperaba en una sala del quinto piso de aquel
edificio, algo apartado de las demás oficinas. Con semblante serio, a Siwon y
Heechul les pareció algo intimidante al comienzo.
— Bienvenidos a su nueva vida…
*****
Antes de
ser un cónsul para la embajada coreana, Yesung tuvo una vida difícil en su
natal país Corea. Su familia fue asesinada por la mafia en aquel país, una
confusión, un trágico error que dejo a Yesung huérfano cuando aún era muy
joven, un adolescente cuando sucedió aquello.
Sin
embargo fue testigo de todo reconociendo a los atacantes de sus padres. Valientemente
a esa edad se enfrentó a tediosos juicios e injustos interrogatorios,
enfrentándolo todo tan sólo con el apoyo del estado. Ya que la familia que le
quedaba no quiso hacerse cargo de ayudarle por temor a represalias.
Una cosa
mantenía en mente Yesung en ese entonces: Justicia.
Misma que
llevo a esos maleantes a la cárcel y cumplir su condena por asesinato con la
pena máxima. Las contundentes pruebas no fueron suficientes para que las
familias de éstos quedaran conformes e intentaran hacer de la vida de Yesung
algo insoportable.
El estado
optó por enviarlo a un internado, donde estuvo el resto de su adolescencia
hasta la universidad. Siempre solo, pero jamás fue desagradecido. Ya que
tomaron lo que sus padres le dejaron y le dieron la mejor vida que podía tener.
El mejor colegio, las mejores vacaciones y jamás le negaron apoyo.
Al
terminar la carrera universitaria, Yesung tomó conciencia que su vida nunca
sería normal, que jamás seria el mismo. No le quedo ningún trauma, sólo se
culpaba no haber podido hacer más por sus padres, pero esa misma culpa lo llevo
a querer ayudar a los demás que estuvieran en su situación.
Por ello
fue que gracias a sus magníficos estudios y a la protección que recibió del
estado, que pronto recibió oferta de empleo por parte del gobierno Coreano.
Yesung
pensó que por fin podría dejar atrás todo aquello que vivió en su país, pero su
pasado le perseguía. Se dio cuenta que era difícil de olvidar, no los momentos
difíciles, no, esos los tenía muy profundos y enterrados en sus recuerdos. Los
momentos felices que vivió con sus padres entes de toda la tragedia fue lo que
lo hizo flaquear.
Por mucho
tiempo estuvo deprimido, comenzó a trabajar en la embajada dando lo mejor de sí
mismo, pero los recuerdos no se iban, sentía que su vida no avanzaba con el
habría deseado. Hasta que una luz ilumino su vida.
Kida llegó
como apoyo a la embajada un día. Una chica llena de energía, sonrisas y buenos
deseos. Su apoyo era en el área de investigación, su especialidad eran los
infantes perdidos.
Yesung se
enteró que Kida no había vivido siempre en Canadá, la pobre fue víctima de
tráfico de menores que la llevo aquel país. Rescatada en uno de los operativos,
vivió toda su infancia en un orfanato hasta que por fin un día fue adoptada.
Sin vestigios o pruebas de que alguien la buscara, que perteneciera a algún
país, pues ella era un bebé cuando sucedió su tragedia.
Identificado
con el pasado de aquella chica de tierna sonrisa y mirada chispeante, Yesung
buscó acercarse más a la ella.
Pero Kida
tenía sus propios planes, pues desde que lo vio, Yesung fue objeto de su
interés. Viéndolo siempre serio y muy profesional en su trabajo, se vio atraída
por aquella personalidad algo retraída de él, por la tristeza que a veces
dejaban ver sus ojos.
Siempre
que lo veía trataba de sacarle una sonrisa, le molestaba con tontas preguntas y
cuando tenía prisa con picarle las costillas era suficiente para sacarle una
sonrisa de los labios a Yesung y alegrarle por completo el día.
Una salida
bastó para que ambos se dieran cuenta que eran su otra mitad, lo que les hacía
falta a su vida. Kida jamás estuvo tan consiente de alcanzar la felicidad y de
obtener lo que tanto deseaba, echar raíces. Formar su propia familia, la que
tanto la vida le negó.
El
escuchar de boca de Yesung como había sido la suya antes de su tragedia, le
hacía saber que éste también deseaba formar una familia. Cuando tuvo conciencia
de lo que había sido de su vida, Yesung supo que Kida era lo que le hacía falta
para ser completamente feliz, por eso no lo pensó mucho.
Una tarde
de primavera, Yesung invito a Kida a conocer su nueva casa. Después de años de
trabajo por fin había podido adquirir una en aquel país y en los suburbios de
la capital, para dejar de vivir en los apartamentos que les prestaba la
embajada. Su propia casa era solo el comienzo.
Emocionada
y feliz por el logro de Yesung, Kida recorrió cada cuarto y rincón de aquella
casa vacía de dos pisos. Bajando las escaleras, Yesung se encontraba al final
de ellas con sus manos en la espalda y una actitud algo extraña para Kida por
lo que se detuvo. Y justo en ese momento, Yesung le pidió que se casara con él,
mostrándole un bello anillo.
Le confesó
que compró ésa casa pensando en ella, en formar una familia y comenzar a ser
feliz completamente. Kida no dudó en aceptar, era la persona que amaba y con la
cual deseaba echar raíz.
Yesung se
sentía el hombre más afortunado del planeta, la joven más hermosa del planeta
estaba en sus brazos llorando de felicidad y era suya, había aceptado casarse
con él. Su vida se iría en hacerla feliz, nunca sintió como un verdadero hogar
aquel país hasta ese día.
Hacía ya
cuatro años que estaba casado con Kida, tenían una hermosa pequeña de un año la
cual era su adoración.
Seguía
creyendo que su ayuda podía cambiar un poco la vida de las demás personas que
se enfrentaban a lo mismo que él enfrentó. Justo como ahora, que se encontraba
frente a Siwon y Heechul. Aunque pensándolo bien, ellos lo llevaban más fácil
pues se tenían el uno al otro, aún así, no dudó ni un momento en ayudarles como
Jay se lo pidió.
Jay, de no
ser por su esposa no lo habría conocido. Primero sintió celos de él, después su
esposa le confesó que era uno de sus tantos primos, familia de los padres que
la adoptaron. Y desde entonces lo aceptó
como familia, lejana pero al fin familiar.
Y no sólo
por eso es que los ayudaba, Jay había influido desatando la maquinita, pero
Yesung se había decidido que su vida la dedicaría a ayudar aquellos que como él
abandonaban su país buscando ser felices.
*****
— Entonces… Bienvenidos a su nueva vida.
— con una hermosa sonrisa, fue el recibimiento que tuvieron de Yesung.
Esa
sonrisa junto con las palabras los hizo sentir que estaban más cerca de
comenzar a vivir como ellos deseaban. No sólo su historia era inspiradora,
Siwon por fin se sintió tranquilo pues con esto estaba convencido que había
hecho bien al traer a Heechul hasta aquí.
Por su
parte Heechul, el haber escuchado el pasado de Yesung, le dio esperanza de que
en el futuro él también se sintiera como estar en casa y no en un país extraño.
Porque el hogar lo hacen las personas y él estaba con la persona correcta.
Ambos
fueron abrazados y reconfortados por Yesung, aliviando por completo la tensión
en ellos; ya no estaban frente a una persona extraña. El cambio mostrado por
Yesung hizo sentir mejor a Heechul que se encontraba un poco nervioso con el
viaje y todo lo que se venía después. Papeleó, buscar donde alojarse,
encontrarse con el hermano de Leeteuk y después buscar donde vivir.
— Todo el papeleo ha sido hecho,
legalmente ustedes son ciudadanos canadienses. Nadie podrá decirles lo
contrario, aquí están sus papeles. – Yesung les ofrecía los documentos. — Y su
matrimonio es válido.
— Entonces no tendremos problemas si
deseamos buscar empleo, ¿si nos piden referencias? – preguntó Heechul un poco
preocupado.
— Nada de eso, los documentos dicen que
tienen 5 años de residencia, eso en cualquier lugar para solicitar trabajo es
suficiente. – detrás del escritorio, Yesung los miraba a ambos calmado, pues
sabia todas las dudas que debían estar pasando por su cabeza. — Y si ésa es su
preocupación, si nos dan unos días… podremos ayudarlos a conseguir empleo.
— ¡Oh! Eso sería de mucha ayuda. –
intervino Heechul.
— No sería un gran empleo, algo normal
pero que los mantendría cómodamente mientras ustedes se adaptan y van en busca
de algo más. — le sugirió Yesung.
— Lo entendemos muy bien, además… —
Siwon tomó la mano de Heechul entre la suya. — No queremos llamar mucho la
atención, tenemos que adaptarnos bien primero, y con lo que tenemos en las
cuentas es más que suficiente para vivir bien.
— Muy bien, entonces así le haremos.
— Gracias por todo, por traernos hasta
aquí. – dijo Siwon levantándose de su lugar. — Pero debemos irnos, aún debemos
buscar dónde alojarnos, pues no veremos a Lee Hyukjae hasta dentro de algunos
días. – Heechul también se levantó de su asiento.
— Es cierto, pero qué distraído soy. El
sr Lee vino unos días antes y dejó esto. – Yesung le entregó un sobre amarillo
a Siwon.
El sobre
contenía dos boletos de avión y una carta, misma que Siwon se dispuso a leer
pues no comprendía nada.
Queridos Siwon y Heechul,
Disculpen la informalidad, pero mi
esposo Donghae me ha persuadido de que así debe ser, pues de ahora en más
seremos hermanos, familia. Además que no pude negarme porque si lo hacía me
haría merecedor de un castigo de abstinencia, ya se ha molestado porque les
cuento todo esto.
En fin, pasemos a lo importante.
Ustedes están recién casados, debido a la premura de su partida entendemos que
la ceremonia fuera rápida y pequeña. Pero lo que mi Fishy no entiende, es por
qué tienen que privarse de la luna de miel.
“No pueden llamarse recién casados si
no han vivido su luna de miel”… eso ha dicho mi Fishy.
Como verán hay dos boletos de avión de
ida y vuelta, cuatro días para que disfruten de las cataratas del Niágara en el
mejor hotel, se lo merecen. Por gastos no se preocupen que ya está todo pagado…
Es un regalo de nuestra parte. Por favor disfrútenlo, ya que no aceptaremos
devoluciones.
Los estaremos esperando de regreso con
una sorpresa más, por favor no se preocupen por nada y desatiéndanse de todo,
mi Fishy y yo nos encargaremos, para eso somos familia.
Sus hermanos,
Los Lee, Hyukjae y Donghae.
P.D. Disfruten su luna de miel y
ámense, quizás al volver nos den la noticia que seremos tíos.
Era un
grandioso gesto por parte del medio hermano de Leeteuk. Que los llamaran con
tanta familiaridad hermanos conmovió a Heechul, pues le hizo recordar a sus verdaderos
hermanos. Aún era muy pronto para poder aceptar que los tenía, pero debía
mantenerse lejos de ellos por un tiempo.
Y Siwon,
estaba agradecido, claro que lo estaba, pero… aquella última frase le hizo
recordar la tragedia que ocultaba a su ahora esposo. Obviamente los Lee
ignoraban todo aquello, pues Leeteuk guardaba su secreto. Cómo le diría a
Heechul, aún no tenía pensado cómo ni cuándo. Pero de una cosa sí estaba
seguro, le haría feliz hasta ese momento.
— Ya tenemos las maletas hechas. – dijo
Siwon esperando la respuesta de Heechul.
— Ni en mis sueños más locos imaginé
conocer las cataratas del Niagara. – Heechul sonreía ilusionado. — Me gusta la
idea que sea contigo que las conozca.
— Vayamos entonces. – ambos estuvieron
de acuerdo.
El viaje
les haría bien para relajarse, estar de Luna de Miel seria como estar de viaje
en aquel país como cualquier pareja de recién casados, sin tener que pensar en
casa, trabajo y todo eso en lo que se tenían que preocupar ahora.
Agradecidos,
se despidieron de Yesung, estaban seguros que no sería la última vez que se
verían. Y en un auto de la embajada, fueron dirigidos de nuevo al aeropuerto;
un corto viaje y luego comenzarían su luna de miel.
Cuando el
avión aterrizó en el aeropuerto, recién amanecía. Un auto con chofer los llevó
hasta su hotel, Siwon y Heechul dieron cuenta que era verdad lo que Hyukjae
decía en su carta; todo estaba pagado y organizado para que no tuvieran que
preocuparse.
Bastaba
que expresaran sus deseos para que en seguida los realizaran, pues en el hotel
tenían órdenes expresas de complacerles. El chofer estaba a su disposición las
24 horas del día, llevándolos a donde ellos quisieran.
Después de
registrarse ambos se encontraban en una de las suites más hermosas de la que se
hubieran imaginado. Leeteuk había escogido una con vista a las cataratas, todo
en ella era blanco, los muebles, los sillones, el baño; que en contraste con
las rosas rojas que adornaban aquella habitación daba la impresión que era muy
lujosa.
Heechul
rió al darse cuenta que hasta en eso estaba el toque de Teukie.
— ¡Qué hermoso! – exclamó Heechul,
conforme recorría las habitaciones.
— A mí también me ha gustado. – afirmó
Siwon.
Haciéndose
a un lado para dejar pasar a un Heechul emocionado que se dirigía hasta el
balcón.
— Esto es una maravilla, mira Siwon. –
Heechul gritaba desde el balcón, al fondo el estruendo de las cataratas.
— Podríamos dar un pequeño paseo,
llegamos a muy buena hora. Según me dijo el chofer, los mejores momentos son
por la mañana y al atardecer. – sugirió Siwon. — Desayunemos algo y vamos de
paseo.
Y diciendo
esto, Siwon desapareció dentro de la suite. Heechul suspiró algo decepcionado,
su idea de comenzar su luna de miel no era precisamente el salir a primera hora
de su habitación. Volvió a suspirar contemplando las cataratas, ése lugar le
daba mucha tranquilidad y ahora mismo la necesitaba.
Echó un
último vistazo al paisaje que se le presentaba y entró cerrando las puertas
tras de sí. La habitación era cálida, estaba maravillado por su luminosidad, la
paz que transmitía y la embriagadora sensación de estar lejos del mundo. Estaba
ahí con Siwon, su ahora esposo, en aquel lugar tan mágico y no se estaba
sintiendo muy feliz.
Entendía
que estando en el hospital no tuvieran intimidad pues se encontraba convaleciente.
Pero cuando fue dado de alta, Siwon se negó a tocarlo diciéndole que esperaría
hasta que estuvieran casados y ahora que estaban casados… parecía que huía del
tema.
Y antes
que pudiera pensar en más, Siwon hizo su aparición. Estaba guapísimo con aquellos
pantalones gris en pana, un jersey vino en cuello alto que traía arremangado
dejándole ver la musculatura de sus brazos, y en una de sus manos llevaba un
abrigo negro con el cual se disponía a salir.
— Ve por tu abrigo Rella, bajaremos a
comer. – Siwon dio un beso corto a Heechul.
— Está bien. – se limitó a contestar.
Dos horas
después de una deliciosa comida, una botella de vino y una entretenida
conversación sobre lo poco que Siwon conocía de la ciudad en la que se
encontraban; se encontraban caminando hacia uno de los miradores donde
observarían las cataratas.
Cuando
casi se acercaban y podían escuchar el agua caer, hasta que llegaron a la
orilla del mirador. La vista era maravillosa, la sensación del viento en sus
rostros los llenó de una ola de nuevas energías y bienestar. Muchas parejas que
se encontraban ahí parecían estar en la misma situación que ellos, recién
casados; se les notaba en la manera cariñosa de su trato.
Entonces
Siwon, rodeó por detrás la cintura de Heechul y lo atrajo hacia él, descansando
su rostro en el hombro. Heechul abrazó las manos de Siwon y así permanecieron
en silencio, disfrutando del paisaje y el aire fresco.
Pero a
Heechul una duda le inquietaba, sabía que era absurdo pero, recordarla le hizo
tensarse. Como si Siwon hubiera sentido en sus brazos el cambio de humor de
Heechul, lo giro hacia él y lo miro a los ojos.
— ¿Qué sucede hermoso? – le preguntó.
— Bésame, Siwon. – en sus labios se
dibujaba una sonrisa a la cual Siwon no podría resistirse. – Quiero que me
beses.
— Sabes… — Heechul esperaba impaciente
por su respuesta. – Tus deseos son órdenes para mí.
La boca de
Siwon se posó sobre la de Heechul, quien le exigía mayor profundidad, aumentó
un poco más la presión logrando hacerlo gemir de placer y una vez más, hacerlo
derretirse por dentro. Después de un rato abrazados y de una larga ronda de
besos, Heechul levantó su mirada.
— Vayamos al hotel. – murmuró con voz
ronca de deseo.
— Sí.
Esta vez
Siwon no se negó, pues lo deseaba tanto como él, lo tomó de la mano y
comenzaron a caminar de regreso. De repente, Siwon se sintió ligero, liberado,
como si por fin pudiera respirar. Había estado tenso todo este tiempo,
preocupándose por Heechul, el viaje, el secreto que pesaba sobre él y había
pasado por alto las necesidades de éste, las de él mismo.
Y como si
Heechul adivinara sus pensamientos, soltó su mano y se abrazó a él.
— Dejemos los recuerdos, ¿de acuerdo?
Estamos aquí y ahora, eso es lo único que debe importarnos. El pasado no me
importa y el futuro es menos incierto si te tengo a mi lado.
Siwon
comprendió exactamente lo que le había querido decir y asintió, deslizando sus
brazos por la cintura de Heechul.
— Tienes razón, aquí y ahora. – afirmó
Siwon.
Era
momento de disfrutar su nueva vida y este viaje inesperado que se les presentaba.
Continuará...
Siwon necesita hablar o no podra estar en paz
ResponderEliminarLeer a un yewook heteros jajaja me gusta y desequilibra jajaja. Esta historia me esta gustando
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