Hice que
Barcode se sentara en el sofá, antes de ir al baño por algunas toallas y una
bata de baño. Rápidamente, regresé con las cosas en las manos, por el temor de
que pudiera escapar. —No sé qué te sucede, pero no te voy a
dejar ir hasta que me lo digas. – puse la bata en sus manos. — Ve a cambiarte
al baño antes de que te enfermes. Menos mal
que obedientemente, Barcode se levantó y se fue al baño. Minutos después lo vi
volver vestido con solo la bata de baño. Sus cabellos aún lucían húmedos, pero
al menos ya no temblaba como en un principio. Recogí una
de las toallas y me acerqué a Barcode para comenzar a secar sus mojados
cabellos. —¿Por qué lo hiciste? – me recrimino
Barcode. — Hiciste que me enamorara de ti. Después… ¡Después me dejaste,
maldito infeliz! Tanto miedo tuviste cuando mi padre te descubrió, ¿verdad? No
fuiste capaz de luchar por mí. —Sí, me lo merezco. – fue lo único que
atiné a decir antes de ir a dejar la toalla al baño. —Soy tan tonto, por creer que alguien
me hizo caso por mí y no por mi familia. – detengo mis pasos, no pudo soportar
sus palabras y sus sollozos. —Lo que dices no es verdad. – llego
hasta donde esta Barcode, agachándome frente a él. — Tuve la maldita suerte de
que un trabajo me llevara hasta ti. – levanto su rostro tomándolo de la
barbilla — Soy un asesino Barcode, pero no soy estúpido como para no ver lo
maravilloso que eres por ti mismo, eso lo debes tener claro. Me enamoré del
joven malcriado con el que choqué la primera vez que te vi. Solo tú eres
suficiente. Al
escuchar lo que dije, Barcode pareció sorprendido y después, se lanzó a mis
brazos. Lo tenía de nuevo en mis brazos. Estaba enamorado de él. —Jeff… Jefff… - al escuchar mi nombre,
me separé de él. Sus ojos se centraron en mis míos. — Jeff, tú… tú has seguido
haciendo eso, - sabía muy bien por lo que estaba preguntando — tu trabajo, ¿lo
has hecho? – negué fervientemente frente a él. —No fue trabajo. – le respondí. —Fuiste tú. – las manos de Barcode toma
mi rostro. — Yo sé que fuiste tú. —¿Qué? – le pregunté sin saber muy bien
a lo que se refería. —Quien salvo a mis padres y a mi, sé
que fuiste tú. – Barcode pega su frente a la mía. — Nos salvaste de ese intento
de… —Sshhhh… - no pude aguantar más, mi
corazón me pedía a gritos que lo besara. Lo besé,
en un beso que contenía todo el amor que me hacía sentir, la ternura y con toda
la pasión que despertaba en mí. Barcode
correspondió mi beso, pasó sus manos por detrás de mi cuello acercándonos aún
más y profundizando más y más el beso. Había deseado tanto besarlo, que la
pasión contenida por tanto tiempo, me desbordó. Mis manos comenzaron a buscar
entre sus ropas. Ansiaba tanto tomar a Barcode aquí mismo en el sillón. — Jeff...
– Barcode susurraba mi nombre entre nuestros besos El beso se
prolongó hasta que ambos nos quedamos sin aire y en ese momento nuestras miradas
se encontraron. La mirada plena de Barcode, la calidez de su aliento, no podía
dejar de mirarlo fijamente. Finalmente,
Barcode comenzó sacarme la ropa, tirándola lejos. Cuando ambos estuvimos
desnudos, caímos en el mueble de la sala y nos volvimos a besar. Deje de
besarlo, solamente para comenzar con pequeños besos por su cuello hasta su
pecho, dejando pequeñas marcas rojizas en su piel. Cada
tanto, Barcode se estremecía con mis caricias, lo que me dijo que le gustaba.
Haciendo que de su boca, comenzaran a salir pequeños gemidos de placer y alguna
que otra protesta cuando comencé a prepararlo para tomarlo. Cuando su
cuerpo estuvo listo, pude entrar en su interior y su cuerpo se arqueo de placer
debajo de mi cuerpo. Las manos de Barcode se aferraban a mis hombros y pude
escuchar como gemía muy cerca de mi oído, dominado completamente por el placer
que le estaba dando al entrar una y otra y otra vez en su interior. Nos
fundimos en un largo beso cuando el clímax nos llegó, terminé en su interior
con una última penetración mientras Barcode terminaba entre nuestros cuerpos,
hasta que nuestros cuerpos cayeron rendidos. Después,
estuvimos abrazamos sobre el sofá, Barcode mantuvo medio cuerpo encima del mío
y aunque el espacio era pequeño, estaba siendo muy agradable descansar juntos
de esta forma mientras recobrábamos la fuerza. Me mantuve pasando mi mano sobre
su espalda hasta los cabellos de su cabeza, en una caricia suave y aletargada. Fue en ese
momento que el peso de lo sucedido cayó sobre mí. Barcode ya sabía la verdad,
ya que eso nos separó en realidad, y también a lo que me dedicaba. Desde que me
enamoré de Barcode, matar a su padre había sido mi último trabajo, cosa que no
hice. Sin embargo, aunque ya no me dedicaba a eso, todavía necesitaba arreglar
mi situación para no poner en peligro a Barcode. Necesitaba mantenerlo
protegido y a salvo, para esto tendría que llevarlo a su casa. Quería a Barcode,
de eso estaba seguro, no me arrepentía de esto. Y Code me quería, lo cual me
hacía muy feliz. El único problema tal vez sería su padre. Tratar de
convencerlo de mi amor por su hijo sería algo un poco difícil, pero no
imposible. —¿Qué piensas Jeff? – preguntó Barcode,
pues había dejado de acariciarlo. —Mañana hablaré de nuevo con tus
padres, no pienso volver alejarme de ti. —¿Me quedaré hoy contigo? – Barcode
preguntó, más emocionado que curioso de quedarse junto a mí. —Sí, te quedaras conmigo... – susurré
antes de enterrar mi rostro en sus cabellos y abrazarlo más fuerte.
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Al otro
día, subimos al auto y lleve a Barcode a su casa. Mi precioso iba nervioso al
recordar cómo fue mi primer encuentro con su padre. En todo el camino intenté
tranquilizarlo, tomando su mano y haciendo planes juntos. Cuando
llegamos frente a su casa, aparcamos un poco lejos ya que su casa estaba
rodeada de muchos autos, así que bajamos del coche y caminamos un poco para
llegar. Los guardaespaldas que estaban de servicio enseguida nos hicieron
pasar. Nos condujeron hasta una entrada diferente y no por la principal. Habíamos
entrado por una puerta al costado de la casa donde se encontraba la sala de
juegos, donde nos pidieron esperar, por instrucciones de los señores
Romsaithong-Wattanagitipha. Barcode ya
no se encontraba nervioso, sin embargo, nos estábamos cansando de esperar. El
ruido de algunas voces que venían de la sala principal de la casa, hizo que nos
pusiéramos alerta. —¿Los conoces? – pregunto a Barcode
sobre las voces. —Las voces de mis padres con otras
personas. – me dice algo preocupado y lo entiendo, por todo lo que ha pasado. —Esperas aquí, revisare quien es y
después podrás ir. —Gracias Jeff. Me dirijo
hacia la puerta y me detengo un poco para volver a mirarlo, está mirándome
también, Muerdo mis labios al tener que aguantar las ganas de volver ahí y
abrazarlo, algo que me hace pensar que por él fui capaz de amar. Conforme
iba acercándome a la sala, las voces se van haciendo más claras y también la
conversación, seguro de que son los señores Romsaithong-Wattanagitipha y
algunas personas más. —Señor Mile, les haremos saber
cualquier cosa que sepamos del ataque. —Gracias oficiales. - ¡Oh!, es la
policía. Sabiendo
que no puedo tener contacto con la policía, espero en las sombras hasta que se
vayan y pueda salir. —Hizo bien en acudir a nosotros señor.
La mayoría de las personas no denuncian las extorsiones y después de lo
sucedido… —Aunque las personas involucradas hayan
sido asesinadas, queremos saber quién estaba detrás del ataque. – la voz firme
e implacable de mi futuro suegro, se escucha por sobre los demás. —Tendrán una mayor posibilidad de saber
lo que sucedió. —¡¿Estará bien Code?! – pregunta el
joven señor Apo. —Estoy seguro que está bien, mi amor.
No debe de estar solo. La voz del
señor Mile consolando al joven señor Apo y las voces despidiéndose de los
oficiales, me dice que es el momento para salir y decirles a los señores Romsaithong-Wattanagitipha
que su hijo está en casa y se encuentra bien. Aunque no creo que el señor vaya
a estar del todo bien conmigo. —Disculpé… - como supuse, fue imposible
presentarme sin que se alteraran. —¡Otra vez en mi casa, señor Satur! – y
antes que pudiera decir cualquier cosa, me vi detenido por dos de sus
guardaespaldas, que me agarraron por ambos lados tirando de mis brazos —. ¿Dónde
está Barcode? —Señor Mile, vine aquí con Barcode y
está bien. —¡Code! – el joven señor Apo sale
detrás del Señor Mile y se acerca un poco a mí —. ¿Dónde está? —En la sala de juegos, señor. – le
digo, enseguida sale a buscarlo seguido por un hombre de seguridad. —Suéltenlo. – les ordena y enseguida me
sueltan los brazos, pero no se alejan, yo habría hecho lo mismo —. Siento mucho
haber tomado estas medidas contigo, pero después del ataque y los anónimos que
hemos recibido. —¿Anónimos? – no sé porque me temía que
esto tenía que ver con Barcode. —Sí, han llegado a casa amenazando con
atentar contra Barcode. Pensamos que después de lo sucedido en el ataque esto
se va acabar. – al decir esto, el señor Mile se me queda viendo fijamente y en
su mirada veo su entendimiento, él sabe que yo estuve detrás del exterminio de
sus atacantes. Sonrió al
darme cuenta que nada se le escapa, él sabe todos mis movimientos y sé muy bien
que es por Barcode. —Mi jefe de guardias me informó que uno
de los hombres que protegía a Barcode, resulto ser un informante y que lo había
agarrado haciendo una llamada sospechosa después de lo sucedido en el bar donde
tú lo ayudaste. – comenzó a explicar el Señor Mile —. Entonces llegaron los
oficiales y tuvimos que ir a la estación. Nos alarmamos al ver que Barcode no
aparecía. —¿Barcode está en peligro? – realmente
era lo único que me importaba saber, más sabiendo que Barcode fácilmente podía
deshacerse de sus guardaespaldas. —¿Qué sucede papá? – nuestra charla se
vio interrumpida por la llegada de Barcode y su otro padre. —Code ya me contó lo que hizo por él.
Muchas gracias joven Satur. – la mirada que Barcode me daba es lo que hizo que
me sonrojara y no las palabras de su padre, que me mire de esa forma frente a
sus padres o frente a cualquiera, me gusta. —No, no ha sido nada, haría lo que sea
por Barcode. —Arriesgaste tu vida, es suficiente
para saber que eres bueno para mi hijo. —Barcode. – el señor Mile se dirige a
él con voz seria. — Escapaste de nuevo de tus guardias y esta vez te pusiste en
verdadero peligro después de las amenazas, ¿Cuánto más piensas hacernos sufrir?
–dijo llamándole la atención. —Lo siento papá. No volverá a suceder.
– Barcode dice con su cabeza gacha. —Estás de acuerdo que si este chico,
Jeff, no hubiera estado en el bar o en donde sea para ayudarte, justo ahora no
estaríamos siquiera teniendo esta platica. Hijo, ayer saliste corriendo sin
rumbo. —Si lo sé. Gracias Jeff, por ayudarme.
– afectado, me dice Barcode. — Pero con Jeff siempre estoy bien, me siento a
salvo. —Vamos Mile, deja a nuestro hijo,
después de todo tiene quien lo proteja. – el joven señor Apo me sonríe
amablemente al decir esto. —Bien. Ve a tu cuarto ahora y descansa.
Ya hablaremos de este tema, necesito hablar primero con él. – el señor Mile le
dice asintiendo hacia mí. —Si padre. – y antes de retirarse,
Barcode se acerca a mí, llevándome un poco más allá de la entrada. —¿Volveré a verte? – lo escucho
preguntarme algo preocupado. —Solo si no estás en problemas. – le
digo a modo de broma, pero no funciona, porque un puchero se forma en su rostro
—. Ok, olvida eso último que dije. Te prometí que no volvería a desaparecer.
Voy a venir a verte porque me interesas, además, estando conmigo no dejare que
nada malo te pase. – atraigo su cuerpo y lo abrazo, importándome poco que sus
padres estuvieran viéndonos. —Me gusta como hueles, hace que me
sienta tranquilo. – dice Barcode con su rostro enterrado en mí pecho —. Y me
gusta cómo se sienten tus brazos en mi cuerpo. —Barcode… - murmuro su nombre por lo
bajo. —Pero, ¿sabes que es… lo que más me
gusta? – me pregunta mordiendo su labio inferior coqueto. —Dime. – le pido, rodeando su cintura
con mis brazos. Barcode
acerca su rostro y enseguida se desvía a mi oído derecho, ocultando su rostro
de sus padres. —Me gusta más, como me haces el amor y
cuando me haces pedir por más. – termina por decir. Sé muy bien que está
provocándome. Incapaz de
apartar la vista de sus ojos y su dulce rostro, sus labios abriéndose
perezosamente en una dulce sonrisa, al mismo tiempo que lo hacían para recibir
un beso. Barcode me encanta, la manera en cómo me tienta. Comienzo a besarlo
lentamente, primero sus mejillas, su nariz y finalmente sus labios, que me
reciben con pequeños suspiros. Cada cosa de él, me encanta. Sin muchas
ganas, corto el beso y me separo un poco, al recordar que no estamos solos. —Vendré a verte. – le digo acariciando
su mejilla. —Mañana. – me ordena, a lo que asiento
con la cabeza. —Anda, ve a descansar como pidió tu
padre. – y antes de separarnos, le doy un beso en la frente —. Hasta mañana.
Barcode me regala una hermosa sonrisa antes de irse con su papá. Me quedo
embobado al ver cómo se va alejando al subir las escaleras, tomando del brazo a
su papá, el joven señor Apo, que van conversando entre risas. Un
carraspeo me hace desviar la mirada. —Supongo que, - el Señor Mile se acerca
—, no voy a poder convencerte que trabajes para mí. —Supone bien, porque ya no trabajo en
eso. —¿Desde cuándo? – pregunta curioso. —Desde que conocí a su hijo. Pero eso
ya usted lo sabe. —Correcto. – rasca su barbilla como
sopesando las cosas —. Después de todo lo que hiciste con los que quisieron
desaparecernos, me dice lo bueno que eres en lo que haces y es una lástima que
no quieras trabajar para mi familia. —Me mandó a investigar, y la verdad es
que yo hubiera hecho lo mismo. – le digo metiendo mis manos en los bolsillos —.
Lo siento por rechazar la oferta. —Eso es comprensible y lo entiendo. –
la mirada que el Señor Mile me dio, me decía que, si bien entendía mis razones,
no las aceptaba del todo —. Joon, - de pronto llamó a su jefe de guardias —.
Aumenta la seguridad de Barcode, por favor. Phakphum
me da una sonrisa que finge ser amable en conjunto de una mirada cargada de
autosuficiencia. —No te molesta ¿verdad? Mis hombres
estarán pegados a Barcode. Incluso en sus citas. Por la seguridad de mi hijo,
no se les despegaran para nada. Este
hombre es igual que su hijo. Ya veo que al igual que él, las cosas deben hacer
cuando y de la manera en que ellos quieran. —Entiendo, entiendo. – paso la mano por
mis cabellos. — Cuando este conmigo, me haré responsable de su protección, con
nadie va estar mejor que conmigo. – la sonrisa que señor Mile me dedica, me
hace saber que dije justo lo necesitaba oír. — Pero la mayoría del tiempo,
cuando este solo, péguense como lapas a él, ya saben cómo es de escurridizo. Lo
que ha ocurrido antes no tiene que volver a pasar, ¿entendido? – ordeno a su
jefe de guardias. —Hagan lo que él ha dicho. – el señor
Mile le dice. —Correcto. —Veo que has tomado una sabía decisión.
Bienvenido a la familia, señor Satur. –dice el Señor Mile extendiendo su mano
hacia mí. —Bien, lo logró. Me ha atrapado. – al
igual que el hijo, la familia también lo hizo. Con un
apretón de manos, damos por cerrado el trato. Me había dejado atrapar y por mi
propio gusto. Fin.
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