Twoshot: “Aunque Nada Sea Igual”... Parte 01

Título del Twoshot: “Aunque Nada Sea Igual”
Autora: Lunis HeeChan
Pareja: KimChay
Tipo: Yaoi
Género: OTP, AU, Angst, Drama
Clasificación: PG

Capítulos: 02

Advertencias: Este twoshot inicia a partir de la separación del KimChay en la serie de KinnPorsche. Aunque tuve que ir un poco hacia atrás para explicar algunas cosas, nada complicado.

 

Comentario de la autora: Este coso que escribí, es el resultado de algo que leí en twitter, las ideas vinieron y no pude parar hasta que lo logré. Quiero agradecer a @fluffycloud98 en Twitter, ya que me puse en contacto con ella y me ha dado permiso de tomar su pequeño escrito del KimChay y completar mi idea, ¡gracias gracias! Acá abajo les dejaré el link del tuit que ella escribió.

 

Link:   https://twitter.com/fluffycloud98/status/1644811992056619009?t=krS97rfmWAeZn1YSVtcG0w&s=07

 

Disfruten su lectura. ♥


希 HeeChan

 





Parte 01

 

Después de la muerte del tío Arthit, llegaron los prestamistas como animales carroñeros a intentar llevarse todo. Chay, por su propia situación siendo un chico "pobre" en la que los acreedores siempre iban a su casa a hacer destrozos y al verse envuelto en la mafia por la unión de su hermano Porsche con Kinn Theerapanyakul, le hizo mirar la vida con una nueva perspectiva.

 

Chay quería hacer las cosas de manera pacífica, pero al ver que la otra parte no cooperaba, tuvo que actuar de la forma en la que se enseñó a sí mismo a defenderse.

 

Tristemente el pequeño Chay después de su primer secuestro, tuvo que aprender a defenderse, pero no como alguien normal. No, tuvo que aprender a defenderse como un chico que sin querer se volvió parte de la mafia.

 

Todo esto había marcado con algo oscuro la inocencia de Chay que, junto con el dolor provocado por el mismo Kim, algo dentro de Chay se desataba de vez en cuando sin poderlo controlar. Pues a pesar de todo lo vivido dentro de la mafia, para Chay no hubo dolor más grande que el que sufrió su corazón cuando Kim lo alejó, llevándolo a la rebeldía y casi a la locura.

 

Eso por siempre, sería uno de los recuerdos más dolorosos de Chay…

 

***

 

—   Kim, ¿el hermano menor de la familia principal?

 

Kim suspiró resignado, esperando lo que sería seguramente un reclamo por haber ocultado su verdadera identidad a Chay. Sin embargo, no estaba dispuesto a decir mucho, entre menos supiera Chay, más a salvo de todo lo que le rodeaba estaría.

 

—   ¿Estás acostumbrado a tu nuevo hogar ahora? – le pregunto a Chay, en lugar de responder su pregunta.

—   Entonces, ¿supiste todo el tiempo que soy el hermano de Porsche?

 

La paciencia de Kim se estaba agotando, sus gestos lo decían todo, Chay no parecía desistir. Chay nunca lo había sentido tan frío y distante como ahora.

 

—   Sí. – Kim asintió como si nada — Si no, ¿por qué te daría tutoría?

—   ¿Cómo pudiste hacer eso? – las lágrimas comenzaban a nublar la vista de Chay.

 

Esto no fue suficiente para cambiar la actitud de Kim hacia Chay, pues lucía impaciente por alejarse de él. En el fondo Kim sabía que, si pasaba más tiempo del necesario a su lado, cometería una locura por Chay. Su plan… todo se vendría abajo.

 

—   Si no hay nada más, discúlpame. – dijo Kim antes de darse la vuelta para irse.

 

Chay tomó el brazo de Kim, deteniendo su huida, sosteniéndolo con ambas manos.

 

—   Déjame preguntarte esto. ¿Alguna vez me has amado?... – a Chay le tomó todas sus fuerzas preguntar esto — ¿Eh? Kim.

—   Lo siento. – las palabras no le dolieron tanto a Chay, como la mano de Kim quitando las suyas.

 

**

 

Aunque los recuerdos dolían, la acción no solo había lastimado emocionalmente a Chay, también físicamente, pues Kim no fue nada sutil al librarse de su agarre. Por algún tiempo, las marcas de los dedos de Kim en la muñeca de Chay habían sido un recuerdo doloroso para él sobre lo poco que valió su amor para el menor de los Theerapanyakul y que lo llevó a revelarse. Cambio su color de cabello, se juntó con la gente equivocada y ¿drogas? Eso no pudo hacerlo, ya que el propio Kim se lo impidió, fue el punto que determinó que Chay se alejara de todo.

 

Entonces, por un tiempo no supo más de Kim, pues Chay no le permitió ningún acercamiento. Después de un último vídeo que Kim le envió desde otro número porque el suyo lo tenía bloqueado, ya nada pudo ser igual.

 

Para intentar olvidar todo, Chay con ayuda de su hermano Porsche y la herencia que les correspondía como parte de los Theerapanyakul, fue enviado a New York para terminar sus estudios elementales.

 

Chay intentaría olvidar en otro país y aunque esto le llevó un tiempo, sus heridas sanaron un poco mal. Algo dentro de Chay todavía latía por Kim, mientras la otra parte de su corazón no se resignaba fácilmente a ceder por ese sentimiento otra vez.

 

En los años que estuvo fuera de su país, Chay había trabajado su cuerpo, ahora estaba más alto y guapo, como bien se daba cuenta. Ya no era el dulce Chay que se enamoró de Kim, pues en su crecimiento, comprendió que su inocente amor había sido burlado por este.

 

Chay también se volvió un tipo de justiciero sangriento. Ayudaba a quienes se llegarán a encontrar en situaciones como la de él y su hermano. Al principio fue algo que hacía solo si llegaba a presentar un gran problema, algo que no podía ignorar. El chico en verdad no supo en qué momento ese tipo de acciones llegaron a convertirse en algo como un "Hobby" del cual comenzó a disfrutar.

 

Tantas cosas pasaron desde que conoció a Kim y Porsche empezó a trabajar para los Theerapanyakul, que poco a poco fueron rompiendo su alma. A ese punto pocas cosas quedaban del tierno y dulce Chay. Toda su pureza se había desvanecido y en su lugar, un chico más seguro de sí mismo, fuerte y atrevido fue reemplazando eso.

 

*******************************

 

Después de perder a Chay por creer estúpidamente que, alejándose de él y hacerle creer que nunca lo había amado, podría ponerlo a salvo, Kim fue cayendo poco a poco en un oscuro pozo del que le fue difícil salir por sí mismo.

 

Recuerdos de Chay diciéndole cuánto le amaba, venían a su mente para hacerle llorar de dolor, de impotencia por no poder tenerlo a su lado.

 

No lo pudo retener.

 

¿Por qué tuvo que herir su corazón tan malamente? ¿En verdad esperaba mantenerlo a salvo de aquella manera? Kim estaba seguro que no fue el mejor plan que se le pudo ocurrir, y lo supo justo cuando Chay dejó de recibir sus mensajes, pues lo había bloqueado.

 

Después de eso ya no pudo acercarse a él, por lo tanto, tampoco tuvo la oportunidad de explicarle lo que su corazón sentía realmente, porque hizo todo por alejarlo. Tal vez Chay no lo sabría nunca.

 

En el pasado, Kim simplemente fue feliz escuchando la voz de Chay en sus llamadas, sus charlas nocturnas por teléfono y oír las aventuras que el menor le contaba.

 

Sus recuerdos más hermosos con Chay se volvieron también los más dolorosos, al tener la certeza que jamás lo podría recuperar ni tener su amor. A Kim solamente le quedaban sus fotos junto a Chay y las palabras escritas, dedicatorias que el mismo Chay escribió en ellas.

 

“Te amo más. Tengo tanta suerte de tenerte” … Si supiera que la suerte siempre fue mía, pensaba Kim.

 

“Te extraño” … Kim lo extrañaba tanto.

 

“¿Puedo darte un abrazo?” … Si Kim pudiera abrazarlo ahora, no lo soltaría jamás.

 

“Quiero que estemos juntos todos los días” … Chay lo deseo tanto en el pasado y Kim no pudo cumplírselo, no había día que Kim deseará poder hacerlo realidad.

 

No había nada que Kim no hiciera hoy por Chay, aunque ya era muy tarde. Mucho más después que Chay se fue del país para estudiar lejos.

 

Nadie le supo decir dónde buscar. Porsche que lo odiaba más que nadie en el mundo, se guardó esta información como un secreto todo el tiempo, castigando a Kim.

 

—   Está sufriendo. – le dijo Kinn a Porsche, al ver salir a Kim de nuevo sin respuesta del paradero de Chay.

—   Eso es solo una pequeña parte de lo que sufrió mi hermanito. – el corazón de Porsche también parecía haberse endurecido con el tiempo, una pequeña capa dura que a veces, ni Kinn podía atravesar.

 

Y entonces, Kim perdía otra oportunidad, otro día de encontrar a Chay y decirle todo lo que le amaba.

 

Si tan solo pudiera cambiar sus palabras, el pasado… aunque aquello era imposible. En su mente, Kim cambiaba todo eso que hizo mal a Chay y vivían felices juntos. Después despertaba de ese sueño y vivir… vivir sin Chay se le hacía cada día más difícil.

 

Si tan solo pudiera cambiar sus palabras ese día…

 

—   Kim, te amo.

—   Tengo hambre.

 

“Tks, respuesta incorrecta”.

 

Lo que Kim había querido decirle a Chay en ese momento, más que dos simples palabras, en su corazón tenía todo un discurso de todo lo que amaba de Chay y de cómo se robó su corazón.

 

Si no hubiera tenido tanto miedo de perderlo en ese momento, su respuesta habría sido diferente.  Como que, en su vida, Chay vendría siendo ese motivo por el que se levantaba cada mañana. Kim amaba demasiado a Chay y que no había mejor lugar para él que estar en sus dulces brazos, los cuales cada día le entregan un amor sin reservas, sin pedir nada a cambio.

 

Kim le habría hecho saber a Chay, que él era lo más bello y especial que le pudo suceder. Que su sola existencia vino a llenar todo el vacío, las lágrimas de la soledad y sufrimiento. Y que todo lo que tuvo que pasar antes de encontrarlo para poder hallarlo, daba las gracias y lo volvería a vivir solo por encontrarlo. Porque Chay era su felicidad, la razón por la cual sonreía cada mañana y su vida tenía una razón para seguir.

 

Un día, Kinn vio llegar a su hermano menor en un estado deplorable, ebrio, dolido y gimiendo, pero no por dolor físico, sus ojos reflejaban lo que su corazón estaba sufriendo en ese momento.

 

—   ¿Qué pasa Kim? – preguntó Kinn al verlo entrar a la casa principal tambaleándose.

—   Kinn, siento que ya no puedo más, me voy a volver loco.

—   Así no vas a arreglar nada, Kim. – dijo Kinn acercándose a su hermano mientras lo tomaba de los hombros, ya que temía que de un momento a otro se fuera a caer.

—   ¿Qué es este dolor en mi pecho? – estando más cerca de Kim, pudo ver sus ojos enrojecidos por el llanto y el aliento a alcohol que despedía — ¿Qué es, que casi me ahoga?

 

Kinn estaba seguro que su hermano estaba así por Chay, había pasado un año desde que se fue de Tailandia, un año en el que Kim no dejó de buscarlo y preguntar por él a Porsche. Si bien Kinn amaba a Porsche, no podía dejar de sentirse mal por su hermano y por no poder convencer a su pareja para que lo sacara de su calvario. Porsche permanecía impasible a lo que a Kim le pasara.

 

—   ¡No puedo respirar! ¡Kinn, no puedo! – Kim comenzó a golpear su pecho.

—   Es solo un ataque de ansiedad, intenta respirar profundamente.

—   No… no… duele…

 

Kim se dejó caer al suelo seguido de Kinn, para después echarse a llorar y comprendió que eso era lo que su hermano necesitaba, desahogarse.

 

—   Kim, debes esforzarte un poco más, no desistas.

 

Si Kim pudiera decirle a Chay todas las palabras de amor que tenía para él, si tan solo logrará imaginar cómo hace sentir su corazón siempre. Que a su lado su corazón se siente tibio, lleno y feliz. Chay se volvió su todo y para Kim no había nada más importante sino hacerlo feliz y cuidarlo, y que, por esto último, Kim tomó la decisión más estúpida para que nada lo dañara.

 

—   No puedo hacer esto por más tiempo, no puedo. – Kim estaba aceptando su derrota. — En verdad, ya no puedo hacerlo.

—   Sí lo amas, debes hacerlo, no puedes rendirte así de fácil.

—   Esto es muy difícil para mí, Kinn.

—   Dime, ¿lo amas? – preguntó Kim sacudiendo los hombros de su hermano.

—   Lo amo, lo amo demasiado.

 

Y esto último, fue lo que hizo que Porsche se apiadara de Kim, aunque tal vez, ya fuera un poco tarde para los dos.

 

*******************************

 

Para Porsche no era un secreto que Chay estaba haciendo de su vida algo que no le gustaba. Desde un tiempo para acá estaba pensando seriamente traerlo de regreso y controlar la rebeldía que se había desatado en su interior, solo así dejaría de meterse en problemas.

 

Y aunque esto era verdad, el regreso de Chay a Tailandia fue más una urgencia para salvar al menor de los hermanos de la familia mayor y no por otra cosa….

 

Chay caminaba por los pasillos en la casa de la familia mayor, misma que se convirtió en la casa de su hermano al estar con Kinn. Sin embargo, esta vez estaba ahí por otra causa y no solo por una mera visita, su regreso a Tailandia era definitivo.

 

Mientras caminaba, Kinn le contaba a Chay lo que sucedía con Kim, pues de un tiempo acá su salud fue empeorando por negarse a comer. Se estaba dejando morir de inanición.

 

Obviamente, Korn estaba haciendo todo por su hijo, dándole la mejor atención médica a su alcance. Y Kinn, Porsche había visto llorar pocas veces a Kinn y una de esas, fue por su hermano menor. A Kinn y a Khun, realmente les preocupaba la salud mental y emocional de Kim, cosa que conmovió a Porsche. Y este último hizo regresar a Chay de donde estaba.

 

Si alguien podía sacar de ese estado a Kim, ese sería Chay, pues Kim se estaba castigando por él.

 

La habitación donde se encontraba Kim estaba custodiada por dos guardaespaldas en la parte de adentro que lo vigilaban muy de cerca. Después de todas las veces que Kim se arrancó la intravenosa y otras tantas que intentó escapar, se vieron en la necesidad de hacerlo. Kim no iba a parar hasta hacerse daño realmente.

 

Todos los intentos de Kim fueron frustrados, hasta que por fin se dio por vencido, pues la intravenosa fue asegurada, los guardaespaldas no le dejaban tocarse y Khun había jurado atarle las manos si volvía a intentar quitársela, ya que los líquidos que pasaban por ella mantenían vivo a Kim.

 

Kim estaba ausente sentado en la cama, su mirada perdida hacia la ventana, ni siquiera había volteado a ver quién entraba a la habitación. Al verlo, Chay se estremeció, pues Kim en verdad lucía muy desmejorado. Casi nada quedaba del Kim de quien se había enamorado Chay en el pasado.

 

—   ¿Cuánto tiempo ha pasado así? – preguntó Chay a Kinn.

—   Casi el mes. – Eso era mucho tiempo, pensó Chay.

 

Escuchar la voz de Chay al parecer, hizo reaccionar a Kim, pues su cabeza se giró lentamente hacia donde estaba junto a Kinn.

 

—   Chay, – la voz de Kim se escuchaba rasposa y parecía dolerle hablar, y aun así lo volvió hacer por Chay — viniste.

 

Su voz para nada era como Chay la recordaba, pues la preciosa voz de Kim al cantar o decirle cosas lindas del pasado casi estaba desaparecida. El corazón de Chay se estrujo un poco, solo un poco más.

 

—   Estoy aquí. – Chay se acercó a Kim extendiendo su mano hacía él, hasta que tuvo la mano de Kim entre la suya, la que no tenía la vía intravenosa.

 

La voz de Chay había cambiado tanto como el tamaño del menor. Los meses pasados lo hicieron crecer, sin embargo, aún quedaba un poco de la voz que Kim recordaba, esa misma que le decían palabras dulces cada que lo veía.

 

La mirada clava de Kim en sus manos entrelazadas, como si no pudiera creer que Chay estuviera ahí tomando la suya, todo le parecía irreal. Quizás su estado le estaba jugando una broma.

 

—   Estás aquí. – dijo Kim casi inaudible. Y después sus ojos vagaron más allá de Chay, cosa que este se dio cuenta.

—   ¡Salgan de aquí! Quiero estar a solas con él. – ordenó Chay, incluso a Kinn.

 

Kinn no tenía por qué entender el cambio de Chay y tampoco hacer caso a la imperatividad del menor, pero si quería ayudar a su hermano debía hacerlo.

 

—   Y traigan algo de agua para que Kim beba. – de nuevo ordenó Chay. — Porque vas a beber algo de agua, ¿verdad? – Kim asintió sin problema a Chay. — El agua hará que tu garganta se lubrique y duela menos.

 

Del otro lado de la habitación, Kinn no podía creer que su hermano hubiera aceptado tan fácilmente beber agua y todo se debía a Chay. A este pasó si el menor le pidiera comer, seguramente Kim lo haría.

 

—   Está bien, los dejaremos a solas. – dijo Kinn antes de salir.


Continuará...

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