Tom y Jerry Momento #05: No toques.
– Ungjae, no toques eso.
Taeho
y Ungjae estaban en el mismo lugar, el cuarto del mayor, y mientras uno
distraidamente tocaba las cosas del otro, el otro se preguntaba que hacía ahí.
Después
de la siesta en donde Taeho descubrió quien dejaba el peculiar olor en su cama,
las cosas entre ellos se arreglaron, pues el maknae prometió no volver a
meterse en la cama de su hyung y eso también incluía sus cosas personales.
– Yo vine a hacer un regalo de
reconciliación. – Ungjae dijo manteniendo oculto el regalo tras su cuerpo.
– Yo no tengo nada para ti. – se
apresuro a decir Taeho rápidamente.
– No tienes porque. Es un regalo
por haber arruinado sus sabanas.
– Bien, las ensuciaste un poco y
bueno, la lavandería de mi cuarto se hace en dos días más, asi que… – y de solo
recordar, Taeho se iba enfadando poco a poco –. ¡Dame ese regalo!
– Compre unas sabanas nuevas,
son de algodón y muy suaves. – Ungjae ya estaba sentado junto a Taeho sobre la
cama–. Yo las cambiaré por ti.
Ungjae
ni siquiera dejo que Taeho le respondiera. Rápidamente desnudo la cama y
almohadas de la ropa de cama, para colocar las recién compradas sabanas para el
mayor.
Ya
puestas, Ungjae las miraba satisfecho con un Taeho envuelto en su abrazo.
– ¡Gracias! Son lindas. – Taeho
sabia cuando agradecer un lindo gesto. Feliz, porque esa noche dormiría sobre
sabanas limpias–. ¿Qué harás con las que quitaste?
– De esas me encargo yo. – y
observo a Ungjae salir de su cuarto con su anterior ropa de cama entre sus
brazos.
*A Media Noche*
–
No puedo dormir. – Taeho llevaba horas intentando dormir, sin mucho éxito.
Su
cama estaba deliciosa. Las sabanas nuevas y limpias eran suavecitas, tal como
Ungjae se las habia descrito. Sin embargo Taeho no podía conciliar el sueño y
solo habia una explicación. Una a la que él mismo llegó con todo este tiempo
estando despierto.
“Extrañaba
sus sábanas. El olor en estas lo reconfortaba”.
Taeho
se levanto de su cama, salio de su cuarto rumbo a la lavandería, con el fin de
encontrarlas y traerlas de vuelta, más no estaban.
Fue
entonces al único lugar donde podrían estar, si no estaban en la lavandería: El
cuarto del maknae.
Y
ahí estaban, envolviendo el delgado y firme cuerpo del menor, que dormía con un
rostro relajado, incluso podría decir que feliz. Lo que a Taeho le encendió más
su enojo, porque el no habia podido pegar el ojo en todo este tiempo.
¡Necesitaba urgentemente sus horas de sueño!
– ¡Na Ungjae! – Taeho jaló tan
fuertemente las sabanas para despojar a Ungjae, que lo hizo caer de la cama–.
¡No toques mis sabanas!
– ¿Qué? – fue más un quejido por
parte de Ungjae que otra cosa. Estaba más dormido que despierto, que para colmo
del enojo del mayor, este continuo durmiendo en el piso.
No creo que sea las sábanas exactamente es el aroma que deja UngJae en ellas lo que hace que duerma tan bien..
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