Médicos y
enfermeras se movían a mí alrededor, hablando entre sí con caras preocupadas,
buscando que estaba mal conmigo. Ciertamente no quería morir, pero así me
sentía por tanto dolor, así que el panorama ayudaba mucho a sentirme mejor.
Me
hicieron todo tipo de exámenes, de sangre y hasta un ultrasonido. El dolor
estaba cansándome, me encontraba sudado y sediento. Mi madre solo podía tomar
mi mano mientras secaba el sudor de mi frente.
— Tenemos los resultados. – uno de los
doctores entra al pequeño cubículo de urgencias en donde me encontraba, seguido
de un séquito de enfermeros con una máquina parecida a una que ya había visto
antes.
— Dígame, ¿Qué tiene mi hijo doctor?
— ¡Por Dios, dígame que tengo! – grito
cuando otro dolor comienza atacarme.
— Los exámenes dicen que está usted
embarazado.
— ¿Embarazado?
Levantaron
mis ropas de hospital, pusieron un frio gel y comenzaron a pasar algo parecido
a un mouse de computadora. Y pronto se escucharon sonidos como de un pequeño
corazón latiendo.
La verdad
es que de todo, este resultado es el que menos esperaba y la verdad es que todo
encajaba ahora, desde mi apetito descontrolado, los bochornos, mis cambios de
humor. Tendría un bebé de Mean, y eso me daba tanto temor como alegría, además
si me encontraba con tanto dolor, algo malo podría estar pasando con mi bebé.
— ¿Lo estoy perdiendo? – a mi dolor se
le une el temor también, y lo estaba sufriendo todo sin Mean. Elevo una mano
cubriéndome el rostro, esto no podía estarme pasando.
— Por el tamaño del bebé y según las
mediciones, es un bebé a término. Los dolores que sientes son de parto. – Si
antes estaba sorprendido, con esto último termine por levantarme de las
almohadas hasta quedar sentado, importándome muy poco el dolor.
— ¿Qué? Eso no puede ser.
— Tenemos que pasarlo a quirófano
pronto. El bebé está queriendo nacer. – me dejo caer de nuevo sobre las
almohadas.
Ellos
querían hacer nacer a nuestro bebé, pero yo sabía que Mean debía estar
presente, saber lo que estaba sucediendo. Jamás me perdonaría si se lo ocultara
y yo tampoco, pues lo necesitaba a mi lado.
— Necesito a Mean. – dije en un susurro.
— ¿Qué sucede hijo?
— Pueden avisarle a Mean. – le pido.
— Si es el padre del bebé, tendrá que
verlo al salir del quirófano.
— ¡No! Usted no entiende que si Mean no
está aquí, ¡No voy a dejar que me lleven a ningún quirófano! – le grité al
doctor. Estaba llegando a mi límite. — Así es que vayan a buscarlo para que
venga ya mismo, o no nacerá ningún bebé este día, hasta que esté Mean presente.
Se los puedo prometer. – tan obstinado como era, mamá si me creía capaz.
— Voy a decirle a Pupae que lo localice
con Zanook. – mamá enseguida salió en su búsqueda.
— Prepárenlo para el quirófano. Que esté
listo en cuanto llegue el papá del bebé. – escuche decir al doctor antes de
irse.
Cierro los
ojos algo aliviado de saber que no voy a morir, al menos no de una enfermedad
grave o algo parecido. Pero estaba seguro que si los dolores seguían, iba a
estar pidiendo a gritos que me saquen al bebé con Mean o sin Mean. Por eso
tenía que resistir, estar lo más calmado.
Cuando
mamá regreso, ella me ayudó con algunos ejercicios de respiración que a ella le
habían ayudado con sus partos, también masajeo mi espalda y eso parecía relajarme.
No sé
cuánto tiempo ha pasado, cuando unas voces en el pasillo me ponen alerta. La
cortina se abre y enseguida entra Mean seguido de mi padre, que lo trae
agarrado del hombro con algo de fuerza. El pobre de Mean tiene una cara de
susto y preocupación que no puede con ella, ya me imaginó la letanía que mi
padre le habrá dicho antes de entrar.
— Pupae y Zanook se quedaron en la sala.
– papá dice antes de tomar la mano de mamá para llevársela.
— Vas a estar bien hijo. – mamá se
despide dándome un beso en la frente y antes de irse le dice un silencioso,
cuídalo, a Mean. Estamos solos.
— Tú… vamos a tener un bebé. Pero ¿Cómo?
— Pues si quieres te explico, aunque
pensaba que ya sabías cómo. – me burlo
un poco. No sé porque en cuanto lo vi llegar las ganas de pelear con él se
avivaron.
— Plan… - su voz tiene un tono de
advertencia.
— Mean…
— Lo que quiero decir es, ¿Por qué no me
dijiste antes?
— Porque yo tampoco lo sabía. Tuve
solamente síntomas raros que no supe reconocer, además mira mi barriga, ni
siquiera parece haber un bebé ahí. – le señalo mi barriga bajo las sábanas. — Y
luego tú y yo estábamos peleados… No sabía que estaba esperando un bebé y tengo
miedo Mean, de que nuestro bebé esté mal porque no recibió los cuidado
adecuados. – lloriqueo un poco.
— Vamos, no digas eso. – Mean me abraza
como puede, pues aún sigo tendido sobre la cama — El doctor no me ha dicho que
algo malo está sucediendo con él. Es nuestro bebé y si es como su padre, será
un luchador. Así como te está dando problemas… - lo escucho decir cuando otro
dolor me aqueja y lo siento poner una mano sobre mi barriga — Creo que es un
bebé muy sano.
— ¿Estás bien con esto Mean?
— Ha sido una sorpresa, pero estoy feliz
de este milagro. – Mean besa mi frente al terminar de hablar.
— Porque yo no sé si vaya a estar bien.
Me viste con esos niños que hicieron un show con nosotros en TEMPT. Ellos tan
activos, acaparadores, yo estaba cansado minutos después, aunque también fue
divertido estar con ellos.
— Lo ves, vas a poder hacerlo porque no
estarás solo, nuestro bebé nos tendrá a los dos. – las caricias de los dedos de
Mean sobre mis mi barriga parecen tener mejor efecto que los masajes de mamá.
Quizás el bebé sabe que su papá está aquí. — Y si alguna vez no podemos con él,
siempre tenemos a Perth, ese niño siempre tiene demasiada energía. – su
comentario me hizo reír, demasiado como para estar en un hospital.
— Y… y si queremos una niñera… - no
puedo hablar por la risa — Podemos pedirle a Saint… que lo cuide…
— Oh sí, él es muy bueno con sus
sobrinas.
— Lo ves… no vamos a ser… buenos padres.
Todavía ni nace… y ya estamos queriendo deshacernos de él… Aaauuu…
— ¿Qué pasa?
— Me duele, Mean, otra vez. Y duele
mucho.
— Espera, llamaré a alguien…
Mean
suelta mis manos y me siento devastado, el dolor ha venido con más fuerza. No
pasa mucho cuando enfermeras comienzan a moverme sobre la camilla, Mean no está
a mi lado todavía cuando me informan que van a llevarme a quirófano.
Lo busco
con la mirada. Las luces de los pasillos es lo único que veo correr. De pronto
el rostro de Mean aparece sobre mi cara, de nuevo el dolor, mis manos se
encuentran sudando lo cual no importa cuando tomo a Mean de la bata azul que le
han hecho ponerse no sé en qué momento.
— Más vale que entres conmigo. – le
advierto — ¡Por favor… saquen a su bebé! ¡Te odio Mean, te odio!
— Todos dicen lo mismo. – escuche
cuchichear a una de las enfermeras.
— Ya la veré cuando tenga el suyo. – le
eche en cara, pues quien se creía.
— No te rindas Plan. – de nuevo escucho
a Mean.
— Por favor, por favor Mean, no me dejes...
no de nuevo. Te amo… sí, ¡TE AMO! Y ya no quiero que sigamos peleando. – le
ruego antes de que todo se pusiera negro y no pudiera ver nada más.
Estaba
algo dormido todavía cuando me doy cuenta que ya no sentía dolor, tampoco
estaba el pequeño bulto que estaba en mi interior, en su lugar había una herida
cubierta por vendaje y además me encontraba en un cuarto de hospital mucho más
bonito y cómodo que el pequeño cubículo de urgencias, por lo que deduzco que mi
bebé ya nació.
Aunque
quisiera creer que es un sueño, todo es tan real, acabo de traer un bebé al
mundo y está herida lo comprueba. Sin embargo, ¿Dónde están todos? Obviamente
no me puedo levantar para ir a buscarlo, ¿o sí?
Estoy por
tocar el timbre que cuelga detrás de mi cabeza para llamar a quien sea, cuando
la puerta se abre y aparece Mean en el umbral, no trae flores en la mano pero
si un pequeño bulto cubierto con una frazada azul.
En algún
momento debieron comprar ropa para él bebe y su ropita de cama, como esa
cobijita azul cubierta de pequeños osos dormilones. Esa debe ser idea de Mean.
— Mira quien ya despertó. – lo escucho
decir con una voz boba a nuestro bebé.
— Dámelo. – estiro mis brazos para que
lo coloque en ellos. Es tan pequeño y lindo, tan cálido, pensar que fue la
causa de tanto dolor en mi cuerpo.
— Junior, te presento a tú papá. –
frunzo el ceño al escuchar como Mean lo nombra.
— ¿Quién dijo que se llamaría así?
— En realidad su nombre es Mean Primero.
– lo dice orgulloso.
— ¿Cuándo le pusiste así? – pregunto
algo molesto, al pensar que el acta de nacimiento del hospital de mi bebé vaya
a traer ese nombre.
— Pues cuando tuve que identificarlo de
los demás. – escucho decir a Mean como si no fuera la gran cosa.
— De los demás bebés del cunero, quieres
decir.
— No, de nuestros demás hijos.
— ¿Qué?
Sin
embargo antes que pueda decir nada más, Mean desaparece por la puerta y no
tarda en regresar con otro bebé en manos cubierto por otra mantita azul pero
esta vez con ositos bomberos. Y eso no es todo, detrás de Mean entra mamá con
otro bebé en brazos cubierto por una sabanita del mismo tono azul que los dos
primeros esta vez con ositos marineros.
No puedo
creer lo que mis ojos ven. Más allá de mamá estaba Pupae, también con un bebé
en brazos, solo que esta vez la mantita es rosa y los ositos parecen ser ositas
bailarinas, pues traen tutu de ballet.
— ¿Qué pasa aquí? – mis manos han
comenzado a temblar y casi no puedo sostener al bebé, lo bueno es que lo puedo
recargar un poco en mi regazo para que no se caiga.
— Pues que no fue un bebé mi amor,
fueron cuatro de ellos y lo mejor es que están todos muy saludables. – Mean se
acerca a mí con uno de nuestros bebés ya que yo todavía estoy en shock. No
puedo creer que todos ellos hayan salido de mí y que no me haya dado cuenta que
estaba embarazado.
— Ni siquiera engordé tanto.
— Lo sé, ¿no es genial? – ¿y por qué
Mean no está en shock como yo?
— Mira mi amor, ¿a poco no son lindos? –
lo acerca y hace que el bebé asome la carita al descubrirlo — A ver niños, les
voy a presentar a su papá. Este que estás cargando es Mean Primero, porque fue
el primero al nacer. - comienza a decirme — Este que estoy cargando se llama
Mean Segundo, el que trae mamá se llama Mean tercero y la nena es Wish.
No solo
porque se trataba de cuatro bebés, ¿Qué iba hacer yo con tanto bebé? Para nada
sé cómo voy a ser de padre. Luego estaban los nombres de los bebés que me
parecían una locura, todo parecía serlo, desde la tranquila felicidad de Mean,
como las sonrisas estáticas de mamá y Pupae. Además, ningún hijo mío iba a
llamarse Mean Tercero o Mean como sea.
Esto debía
ser un sueño. No, una pesadilla, una muy bizarra. ¿Qué está pasando? ¡Cuatro
bebés! No uno, sino cuatro. Yo no podría ser padre ni siquiera de uno, no tengo
tiempo y soy muy malo para educar, sería un desastre.
Casi muero
de un ataque cuando a lo lejos comienzo a escuchar que pronuncian mi nombre.
— Plan… Plan… ¡Plan, despierta!
— Mean… - aun en sueños podía reconocer
esa voz, esos brazos que me rodean y ese cuerpo que me arropa.
Despierto
acostado sobre mi cama con Mean abrazándome desde mi espalda.
— ¿Qué me pasó?
— Estabas soñando.
— Una pesadilla… – susurro antes de
girarme boca arriba, por lo que el rostro de Mean queda encima del mío.
— Mamá me dejó entrar, así que vine para
darte una sorpresa y te encontré durmiendo… con el aire a todo lo que daba. –
comienza a reprocharme.
Debí
haberme quedado dormido mucho antes que mamá entrara a mi cuarto en mi sueño…
digo, pesadilla.
— Tenía calor. – me excuso.
— Sí, eso supe por tu publicación en
twitter. – me explica y me hace sentir un poco bien el que Mean esté al
pendiente de lo que escribo en mis redes sociales — Entonces tuve que bajarle
al aire acondicionado, porque estabas helado y casi tieso. Mamá me dio una
cobija para poderme meter a la cama contigo, solo me advirtió que te dejará
dormir porque últimamente te ha visto cansado y yo estaba siendo obediente,
hasta que escuche que estabas teniendo la pesadilla.
— Lo siento.
— No te preocupes, nada más no lo
vuelvas hacer, el aire tan frío puede enfermarte.
— Lo siento. – vuelvo a repetir al ver
que Mean no ha entendido — Lo siento por ser tan testarudo en nuestra relación.
También lo siento por quererte tanto que lastima y por asustarme y tratar de
mantenerte alejado, lo siento por enojarme. Por todo, lo siento.
— Espera, no tienes que decir nada, son
cosas que debemos pasar como pareja. – Mean se acomoda sobre la cama, sus
brazos me atraen hacía él de nuevo.
— Pero me dejaste. – no es reclamo, solo
se lo dejo saber.
— ¡No te dejé! Estaba dándote tú
espacio. – Mean comienza a explicarme mientras acomoda su rostro entre mi
cuello y hombro, puedo sentir su aliento, la cercanía me sienta bien. Creo que
lo extrañe. — Parecías muy molesto y no quererme a tú lado.
— Yo no quería eso. Mean, de ahora en
adelante por favor, no me des espacio para nada, ni siquiera para pensar cosas
malas.
— ¿Ni siquiera por trabajo?
— Solo por trabajo, pero tendrás que
llamarme y traerme un bonito regalo.
— Eso también aplica a ti. Donde quiera
que vayas acuérdate de mí. – si supiera que hasta en sueños me acuerdo de él. —
Por cierto, ¿Qué estabas soñando?
— Estaba teniendo una pesadilla porque
estaba soñando contigo. – intento bromear con eso, tampoco quiero que sepa lo
que estaba realmente soñando.
— ¡Ey! Pero si soy muy lindo, podrías
tener dulces sueños.
— ¿Qué hay de lindo en ti? Tú boca es
muy grande, tus ojos muy pequeños y tu nariz…
— Ya, ya, ya entendí. – escucho decir a
Mean mientras comienzo a reír al escuchar cómo se rinde y suspira.
Es un
tonto, si ya sabe que me encanta. Giro mi rostro y acerco mis labios a su boca,
lo beso. Primero uno, luego otro, besos cortos como gotas. Mis manos viajan a
su cuello y de pronto el beso se hace largo, fundiéndonos en ello.
En medio
del beso, siento algo húmedo contra mis labios y ante todo pronóstico abro mi
boca para Mean. Sus labios presionando los míos, la humedad de su lengua
incitando la mía, deslizándose contra ella, hasta que un suave gemido sale de
mi boca.
Mean debe
haberlo interpretado mal, como una queja o algo parecido porque enseguida se
separa de mí.
— Lo siento…
— Hhmm, no digas nada y bésame de nuevo.
– Mean parece sorprendido por mi petición, pero enseguida en sus ojos aparece
ese brillo que tanto me gusta, antes de hacerse pequeños por su hermosa sonrisa
— Te amo Mean. – sonrío también, y de nuevo las emociones parecen querer
desbordarme.
— Yo también te amo Plan. Me encanta
este tú tan lindo y abrazable – lo escucho decir antes de besarme otra vez y
abrazarme.
Y esto no
es un sueño, lo puedo asegurar… Aunque de lo que sí tendré que asegurarme es sobre si un pequeño Mean
viene o no en camino, quizás mi pesadilla no sea tan mala después de todo.
FIN
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