Barcode al
sentir las manos sobre su cuerpo, comienza a patear y golpear con sus manos,
pero el hombre es bastante grande como para que le haga daño. Sus intenciones
son claras, la zona VIP.
En este
lugar, la zona VIP, si es que se le puede llamar así, tiene camas cubiertas por
suaves cortinas. Cosa que parece no importarle a nadie.
El amigo
de Barcode tan ebrio como esta, intenta detenerlo, más no puede hacer nada para
impedirlo. Es empujado lejos y apenas soy consciente que va a caer, lo detengo
en el aire. El chico murmura un leve “gracias”, antes de ponerlo de pie y
dejarlo ahí.
Es obvio
que no voy a permitir que se lleve al hijo de Romsaithong, no es mi trabajo
protegerlo, pero tampoco puedo permitir que sea forzado a hacer algo en contra
de su voluntad. .
Llego a
plantarme frente al tipo haciendo que se detenga. Esto parece no gustarle,
porque en seguida suelta a Barcode, el cual cae sentado en el suelo. No pude
hacer nada para impedir que cayera, ya que el tipo se me viene encima con todo.
No lo golpeo,
en casos como estos, enseñarle el arma bajo mi saco es suficiente para
alejarlo. Si hubiera iniciado una pelea, ambos habríamos sido echados a la
calle, lo cual no me convenía.
Regreso
mis pasos hasta donde deje a Barcode tirado en el suelo, ya que desde ese
momento no se ha levantado, parece que está algo desconcertado. Me agacho hasta
su altura y él me ve, me mira bien como si se estuviera grabando mi rostro.
Le ofrezco
mi mano para ayudarlo a levantarse, pero no la acepta, golpeándola lejos de él.
Veo a Barcode levantarse del suelo por sí mismo, lo que me demuestra que no
estaba tan ebrio como pensaba y se aleja de mí, sin darme las gracias o alguna
palabra si quiera. Lo único que recibo de su parte, es una hermosa vista de su
esbelta figura alejándose.
A pesar
que no he logrado consumar mi trabajo, pues no he podido deshacerme del CEO
Mile Phakphum Romsaithong, mi cliente no me ha cuestionado nada y aunque lo
hiciera, este caso se ha vuelto personal para mí. No creo estar haciendo ya lo
que se me ha encargado.
El chico
me ha intrigado demasiado. Me veo siguiendo sus pasos cada que puedo.
Esta vez mis
contactos me dijeron que se encontraba en un bar muy concurrido en el centro de
Bangkok y no me mintieron cuando lo dijeron. La cosa estaba a reventar, aun
así, entre al lugar para buscarlo.
Camino por
el lugar con un coctel en la mano tratando de encajar y no parecer sospechoso. Si
me encontrara trabajando, la bebida en mi mano solo me serviría para aparentar,
pero esta vez me encuentro bebiendo de ella muy ávidamente.
Este bar
es de más categoría, es bien sabido que este lugar no es para cualquier persona,
personas nada comunes vienen a divertirse. La mayoría aquí son hijos de gente
bien, que vienen para poder escapar de sus jaulas de oro por un momento.
Justo
cuando estoy por llegar a la barra, veo como en una de las mesas alrededor de
la pista, alguien contonea su cuerpo al ritmo de la música encima de esta. Su
baile es cadencioso y enérgico, la forma en que mueve su cuerpo disfrutando la
música, lo hace terriblemente sexy.
Me
encuentro caminando hasta su lado. No puedo apartar mi mirada de su baile y de
pronto voltea, abre sus ojos pues los tenía cerrados y los clava en mí.
“Maldición, es él.”
Por
increíble que parezca, todo pasa en cámara lenta. El aleteo de sus pestañas al
abrir y entrecerrar sus ojos, como se dilatan sus pupilas al mirarme, los
labios entreabiertos que adornan su boca, los movimientos de su cuerpo
provocándome, su cabello húmedo por el sudor, nunca pensé que fuera posible.
Estoy
acostumbrado a observar cada detalle por mi trabajo y en ese momento, no me
perdí nada de él. Nuestras miradas se conectan, Barcode sonríe, descubro que mi
cuerpo ha reaccionado a su coqueteo. ¿Cómo es que me pudo encender con solo una
mirada?
Y ahora no
es Barcode quien se aleja, esta vez soy yo, creo que finalmente tengo que
replantearme todo. ¿Qué espero de esto?
Estoy
pensando en ello, cuando una voz conocía me saca de mis pensamientos.
— ¿Te estas ocultando de alguien? –
pregunta a mis espaldas, asomando su rostro por sobre mi hombro, observando
hacia todos lados.
— No me estoy ocultando.
Tener a
Barcode tan cerca me pone nervioso. Primera vez que me pasa. Y es que no dejo
de pensar, la forma en que lo he mirado mientras bailaba y que quizás, él se
haya dado cuenta de lo que estaba provocándome en ese momento.
— Entonces, estas esperando a alguien. –
lo escucho sonreír. — No es a mí,
¿verdad?
— Tú realmente eres algo… - me giro para
encararlo de frente, pero Barcode me interrumpe.
— Por cierto, disculpa si ese día me fui
sin agradecer, estaba algo aturdido. Nunca había pasado por algo así.
— Ah, eso fue todo un espectáculo.
— Sí, eso creo. – me dice algo
avergonzado.
— Sin embargo, de nuevo vienes sin
guardaespaldas y también sin amigos.
— Son fáciles de perder. – hace un gesto
con sus hombros restándole importancia a lo que acaba de decir. — Pero mi buena
suerte hizo que estuvieras justo en el momento adecuado y me pudieras ayudar.
— ¿Eso crees? – le pregunto con una
sonrisa irónica. Si tan solo él supiera…
Barcode me
observa y en seguida me da su mejor sonrisa.
— Cuando sonríes, te ves más guapo. – me
dice y sus palabras me tensan un poco, por lo que estoy deseando hacer.
Para este
momento, su presencia me era necesaria y estaba cociente que mi interés en su
persona no era netamente por trabajo o porque tuviera que deshacerme de su
padre. Esto iba más allá, me estaba empezando a nacer un interés amoroso hacia
Barcode. Sé que debo alejarme de él, pero al parecer mi corazón no estaba de
acuerdo con mi mente.
— Y tú, ¿estas esperando a alguien o
puedo ocupar tu tiempo?
— ¿Es una invitación? – me pregunta
nervioso Barcode.
— Tal vez, si aceptas. Aunque venga de
un acosador y pervertido. – le recordé.
— No tengo nada que hacer. – se apresuró
a decirme Barcode.
A pesar de
que fui yo quien le hizo la invitación, Barcode fue quien nos llevó hasta un
hotel, uno muy exclusivo por cierto, donde ahora nos encontrábamos besando en
uno de sus pasillos. Nos estaba tomando algo de tiempo llegar hasta el cuarto
que él mismo había pagado.
— No puedo creer que estemos haciendo
esto. – murmuro mientras Barcode estampa mi espalda en una de las paredes del
pasillo.
— Y yo tampoco puedo creer que, hace
poco te odiaba. – y al decir esto, se rio y busco mis labios en un nuevo beso.
El joven
Romsaithong-Wattanagitipha mordisqueó mis labios y le correspondí abriendo la
boca, en una cálida bienvenida. Él continuó succionando la carne de mis labios
delgados, hasta dejarlos rojos seguramente. Salvaje, impetuoso, exquisito.
Cerré los
ojos cuando volvió a morder mi labio inferior, forzando mis labios a unirse
agresivamente al beso. Sus manos subieron a acariciar mi cuello delgado, para
después descender lentamente por mis hombros, mientras mis propias manos buscan
camino hacia arriba de la espalda del joven, tocando con mis dedos suavemente
cada una de las vértebras como una escalera que formaba su columna.
Las
caricias de Barcode podían ser apasionadas, salvajes, apresuradas casi rayando
en la impaciencia sobre mi piel, mientras que yo, me estaba conteniendo,
curioso por saber hasta dónde podía llegar.
Aflojo mi
cuerpo y me dejo atormentar por Barcode, dejando explorar mi boca al niño
hambriento en el que se ha convertido, que me devora sin cuidado. Barcode me succionaba
y mordía tan fuerte, que llegue a sentir que en cualquier momento rompería la
piel de mis labios.
El frio de
la pared en mi espalda, hizo temblar mi cuerpo, lo que hizo que Barcode se
detuviera por unos segundos y se separa de mi boca respirando pesadamente.
— Lo siento, yo… - negué con la cabeza a
lo que sea que estuviera por decir.
— Hhmm, está bien. – le dije.
Los
cabellos de Barcode se encontraban ligeramente húmedos por el sudor y
desordenados por los besos dados, por lo que mis manos peinaron suavemente sus
cabellos hacia atrás, lo que descubrió rubor que pintaba la piel de su
rostro.
— Lindo. – dije. Todo un descubrimiento
para mí.
Al
escuchar mis palabras, Barcode hundió su rostro debajo de mi mandíbula, su
aliento calentó la piel de mi cuello antes de morder, lo que me hizo gemir silenciosamente
y un nuevo temblor sacudió mi cuerpo. Aferró mis brazos alrededor de la espalda
de Barcode, al sentir su caliente boca continuar mordisqueando, sintiendo temblor
tras temblor.
— ¿Cómo te volviste tan bueno en esto? –
murmure entre jadeos.
— ¡Que te importa! – vociferó Barcode con
algo de agresividad y molestia. Mis instintos me dijeron que esa pregunta se la
hacían muy seguido y claramente no le gustaba nada.
Me di
cuenta entonces que este joven a veces podía ser el más lindo y considerado,
caliente y apasionado, pero había momentos en los que su mal genio lo llegaba a
hacer latoso y malcriado, que no se reprimía ni por cortesía.
Barcode se
separó de mí, lo que permitió que reincorporara mi cuerpo y por eso cuando iba alejarse,
pude detenerlo. Abracé a Barcode por la espalda y lo llevé por el pasillo hasta
la habitación, alejándonos de donde nos pudieran ver.
Quizás en
el pasado me hubiera valido madres el lugar en el que estábamos o que alguien
nos pudiera ver, ya que nunca me ha importado nadie lo suficiente como para
cuidar de esto… Algo había cambiado, estaba seguro.
Al cerrar
la puerta, Barcode volvió a echarse encima de mí, acercándose casi con
brusquedad y de nuevo metió su rostro en mi cuello, haciendo que mi espalda
rebotara en la puerta. Al parecer no íbamos a llegar hasta la cama y con sus acciones
solo demostraba lo desesperado que estaba, casi tanto como lo estaba yo.
Cuando sus
manos buscaron desabrochar los botones de mi pantalón, no me importó en
absoluto, deseaba sentir sus manos dentro de mis pantalones. Barcode metió su
mano traviesa dentro hasta alcanzar mi miembro endurecido y caliente. Estaba
seguro que estaba muy caliente.
El sentir
su suave y cálida mano estimular mi miembro casi con ternura, mi cuerpo recibió
un espasmo violento. Mientras más rápido frotaban sus dedos, más brusco se
volvía Barcode con sus besos y caricias. Mis sentidos estaban siendo atacados
de todas las formas posibles, por lo que estaba intentando contenerme a su
toque, así que mis manos se agarraron con fuerza de sus hombros.
— Espera, espera… - le pedí intentando
bajar el ritmo, no quería terminar aún.
Para este
momento ya me encontraba duro como una roca y liquido pre-seminal comenzaba a
salir indicando que dentro de poco me correría.
— ¿Qué tengo que esperar? – le escuché a
Barcode preguntar sacando su rostro de mi cuello. Sin embargo, sus manos
traviesas no dejaban de moverse dentro de mis pantalones, lo que me provocó
soltar un inconfundible gemido que hizo sonreír a Barcode.
El muy
malcriado estaba feliz y se sentía victorioso de lo que me estaba haciendo.
— Por favor, deja de mover tus manos que
no me dejan pensar. – casi supliqué.
— Eres un aguafiestas.
— Podríamos llegar a la cama al menos.
— ¿Es eso importante? – vi a Barcode
preguntarme con cara de fastidio.
— O podríamos conocernos un poco más, no
sabes nada de mí. – le dije y eso pareció activar su curiosidad.
— Está bien, ¿qué quieres saber? – me
preguntó enredando sus brazos en mi cuello.
— ¿Por qué te la vives en bares y esos
antros de vicio? – era algo que realmente quería saber.
Lo que
sabía de Barcode me dijo que tenía la vida privilegiada que muchos desearían.
No entiendo que hace desperdiciando su tiempo de esta forma.
— Intentaba vivir mi propia vida. Estoy
cansado de lo que mis padres creen correcto para mí. – eso explicaba las veces
que ha escapado de sus guardias. — Ahora me toca. Dime, ¿qué pensaste de mí cuando
nos conocimos? – esa pregunta era realmente fácil de responder.
— Que eras un niño consentido y
malcriado.
— ¡Oye! – intentó golpear mi pecho con
sus manos, pero lo agarré de la cintura y lo atraje hacia mí.
— Dime tú, ¿qué piensas de mí? – vi a
Barcode sonreír antes de responderme.
— Cuando te vi pensé, este tipo además
de tonto para caminar, seguro que es medio narcisista, ególatra, egoísta, vale
madres… ¿le sigo?
Gruñí
antes de atacar sus labios mientras mis manos fueron hasta la maldita hebilla
de su cinturón en un intento desesperado de deshacerme de sus pantalones, que
mantenía a Barcode todavía vestido.
Lo peor es
que Barcode no me lo puso fácil, pues seguía molestando con esa mano traviesa que
de nuevo me masturbaba. Cuando pude deshacerme por fin de su ropa, que bruscamente
arranqué de su cuerpo, fui hasta su miembro arrancándole un gemido a Barcode.
Esta vez
me tocaba llevar el control, hacer que Barcode se retorciera de placer en mis
manos gracias a las caricias y todo lo que tenía pensando hacerle, justo antes
de follarlo y hacerlo venirse.
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