Lucid... Capítulo 01

Título: "Lucid"

Autora: Lunis HeeChan

Pareja: JeffCode

Capítulos: 05

Tipo: Yaoi

Género: Romántico, Fluff, Fantasía

Clasificación: PG

Aclaración: Los fragmentos del poema del ultimo capitulo, pertenecen completamente a G.E.M.A. Blgger.

Agradecimientos Especiales: A mi Veci hermosa SuJudith que aportó ideas y me ayudó a escribir parte del primer capítulo, y también a mi prima querida Nyu, es la mejor beta reader del mundo mundial y no exagero.

Comentario de la autora: Este coso que escribí fue inspirado por el vídeo de Jeff Satur, Lucid (No se olviden de reproducir todos los días, la canción es preciosa). La historia comienza un poco parecida al vídeo, pero da un giro diferente, ya que me fui más con la fantasía, ya ustedes lo verán cuando lo lean.

Disfruten la lectura...



Lucid... Capítulo 01

Era el quinto día de borrachera desde que llegó aquel lugar. La casa de campo a la que se retiró de todo, incluso de su familia al no soportar la pérdida.

Y es que, tal vez habría sido más fácil soportar un engaño, pero la muerte de tu ser amado junto a otro ser, no hubo más explicaciones que dar. Al menos vivo su amor podría haber explicado cuando es que lo dejó de amar, en cambio muerto, Jeff nunca sabría por qué.... ¿Por qué de su engaño? ¿Por qué se fue con otro? ¿Por qué intentaba escapar?

Los mismos padres de su ex amor lo confirmaron, su hijo iba en huida cuando sufrió el accidente. Jeff estaba destrozado y al no soportar el dolor, que todo le recordara aquel engaño prefirió huir, poniendo tierra de por medio sin decir nada a nadie. Solamente su mejor amigo quien también era su representante lo sabía. Nadie más, ni siquiera sus padres, pues debía lidiar con aquel dolor.

— ¿Por qué a mí? Si yo se lo di todo, ¡lo amaba! – se preguntaba Jeff, ya era de noche y se encontraba afuera de la hermosa cabaña de campo.

El lugar solamente era alumbrado por las estrellas y la luna, que en aquella noche se trataba de una luna llena hermosa, primorosa. Parecía estar tan cerca, que Jeff no dudo en entablar conversación con ella, tan borracho que estaba y siendo su única compañía en aquel desolado lugar.

— Me encuentro triste como tu destello, tan solitario como tú, por este recuerdo de ese amor maldito, tanto como mi alma rota. – dijo Jeff a la luna, que aún en estas circunstancias la inspiración no dejaba a su artista interior — Él era mi todo.

Y lloró, Jeff lloró las lágrimas que le quedaban, su alma desgarrada y realmente gritó, grito a la Luna pues esta parecía conmoverse por él. Su luz hizo la noche más triste, aunque también logró que no se sintiera tan solo en aquella oscuridad.

— Por favor, - suplicó a la luna — No merecía esto. Si hay alguien para mí, lo quiero, tengo tanto que dar. – lloró Jeff.

Estaba tan destrozado como borracho, Jeff apenas podía mantenerse de pie, así que sus pies se enredaron tirándolo al suelo.

— Solamente quiero una oportunidad para amar y ser amado realmente. – quedando tendido en el suelo, Jeff se permitió seguir llorando, pues esta sería la última noche que lo haría.

Entonces la Luna, le concedió su deseo, pero a veces son concedidos de manera poco convencional.

*********************

En otro lado, un pequeño cachorro de lobo había sido atrapado, enjaulado y separado de su madre. El cachorro jamás tuvo contacto con los humanos, su madre se lo dijo unos días antes de ser separada de su lado: "Algunos humanos no entienden los secretos de la luna y son malos con nosotros. Los lobos como hijos de la Luna, debemos permanecer lo más alejados de ellos para poder sobrevivir y resguardar esa magia que nos concede nuestra Madre Luna." Pero su advertencia no fue suficiente para mantenerse a salvo, ya que su manada fue asesinada junto a su madre Loba, delante de sus inocentes ojos.

El pequeño estaba asustado, trata de acurrucarse dentro de la jaula, lo más alejado posible del toque de esos humanos que ahora les teme y llora en silencio temeroso de lo que le sucederá a él. El pobrecito nunca había conocido la maldad ni lo que los humanos podrían hacer, su único entorno hasta entonces había sido su manada y su madre.

Ahora solamente le quedaba la luna. Miro al cielo y la vio en lo alto, tan llena y tan redonda, que su luz hace que sus ojitos se humedezcan un poco, o quizás son sus lágrimas, el pequeño lobezno no lo sabía. Su madre loba le había contado muchas historias sobre la luna, como siendo la madre de los lobos, nunca los desamparaba y como la luna venía a saludarlos, ver si se encontraban bien en cada luna llena. Justo como esta noche.

— Madre Luna, por favor, ayúdame. Estoy solito, los humanos me quitaron todo, mi manada.... Mi mamá.... – el lobezno no pudo continuar su súplica, pues las lágrimas no lo dejaron.

Si pudiera aullar a la Luna como hacen los lobos mayores, seguramente él lo haría, ellos aullaban agradeciendo a la madre Luna. Aunque seguramente él en estos momentos aullaría de dolor y de tristeza.

La luna al ver qué el lobezno también estaba solo y en problemas, decide ayudarlo también

El lobezno abre sus ojos al percibir algo cálido que creía sentir conocido, por un momento pensó en su madre loba que lo abrazaba, pero no era ella, su madre se había ido, se la habían quitado. Pero esta calidez era un poco reconfortante en estos momentos. Una luz casi cegadora entró a su jaula, miró hacia todos lados, pero no encontró algo que le explicara lo que estaba pasando.

Por unos segundos se quedó absorto viendo esa luz que estaba frente a él, hasta que una voz le llegó a sus oídos.

— Hijo mío, ya no llores. – fueron las primeras palabras de la Luna al ver de mucho más cerca el sufrimiento de uno de sus hijos.

— ¿Mamá? – preguntó con un poco de esperanza.

— Soy tu madre Luna cariño, estoy aquí para ti.

— ¿Por qué madre?, ¿por qué pasó todo esto? – preguntó, pues era una duda que carcomía su ahora solitaria existencia.

— Algunos humanos están cegados y hacen cosas dolorosas para los demás.

— Odio a los humanos.

— No lo hagas cariño. No todos los humanos son malos y no todos hacen cosas malas por gusto.

— ¿Entonces por qué las hacen?

— Ellos al igual que tú deben buscar la manera de sobrevivir en este mundo.

— ¿Pero ahora qué será de mí?, estoy solo, han matado a mi madre.

— No estás solo corazón, me tienes a mí y te cuidaré para siempre.

El lobezno no estaba muy seguro de estar bien, pues las circunstancias en las que se encontraba no auguraban nada bueno, estaba encerrado en una jaula esperando quién sabe qué cosa hicieran con él los humanos, quizás lo matarían como a su madre cuando estuviera más grande. La fría noche de luna llena no estaba siendo como las anteriores, dudaba que algún día lo fueran.

— Un hijo del sol ha venido suplicando mi ayuda al igual que tú. – Fueron las siguientes palabras de la luna.

— ¿Los hijos del sol también sufren como nosotros? – fue la pregunta del lobezno.

— Los humanos son los hijos del sol cariño, ellos también sufren, por eso te suplico que no los odies.

— ¿Qué le pasa?, ¿también mataron a su mamá y a su manada? – por un momento el lobezno llegó a sentir algo de empatía por el hijo del sol, pues sabía lo que era perder a su familia.

— No cariño, a él se le está muriendo el corazón.

— ¿Él morirá? – por mucho que en este momento los humanos fueran a quienes menos quisiera ver, tampoco deseaba que murieran.

— Puede ser una posibilidad, él está sufriendo mucho, él corazón le duele demasiado. Él es bueno, pero su sufrimiento está siendo más fuerte y eso no es bueno.

— ¿Por qué sufre? – la duda surgió en el lobezno, pues no sabía qué más podía doler que perder a tu madre.

— Él perdió a alguien que amaba mucho, a su pareja. – el lobezno no sabía lo que era perder a su pareja, pues él aún no tenía la suya, pero había visto a los de su manada ser muy protectores con ellas.

— Yo amaba a mamá.

— Lo sé cariño y no quiero que sufras más. Te ayudaré a ti, lo ayudaré a él... y ustedes se ayudarán mutuamente.

— ¿Cómo?, yo le tengo miedo a los humanos. ¿Y si me quiere matar?

— No te preocupes cariño, tengo la solución perfecta, solo necesito que confíes en mí... ¿lo harás?

— Solo te tengo a ti madre Luna, confiaré en ti siempre.

— Y yo nunca te dejaré, no podré venir a verte como ahora, pero estaré junto a ti. – fueron las palabras de Luna antes de brillar con más esplendor.

El lobezno se ve envuelto en su luz y comienza a cambiar, hasta que resulta se ha convertido en un humano dentro de esa pequeña jaula que termina abriéndose por su propio cuerpo dejándolo libre.

Siendo humano, el lobezno busca como salir del campamento donde lo tenían encerrado, tampoco puede caminar bien con sus dos piernas nuevas, por lo que se ayuda con sus manos en el suelo. Caminar en cuatro patas es un poco difícil ahora, así que intenta muy duro hacerlo para salir.

En su camino, encuentra algo de ropa, al convertirse en humano el pequeño cachorro es más consciente del frío. Una camisa blanca y un pantalón usado es lo único que encuentra, aunque le queda grande le cubre del frío.

Cuando está a punto de salir, los malvados que mataron a sus padres lo encuentran y lo acusan de ladrón. Ellos no aceptan que son peores que ladrones, ellos son asesinos, el pequeño solamente quiere salir de ahí. Lo persiguen y cuando lo alcanzan lo golpean un poco, pero logra escapar antes de ser asesinado como lo hicieron con su manada.

El pequeño lobo que ahora es humano, vive algunos días en el bosque sin saber qué hacer, solo conoce su vida como era antes cuando era lobo. Tiene hambre y frío, además se siente solo, triste y asustado por las noches, sus ojos no son tan buenos como antes.

Así estuvo varios días hasta que una noche de tormenta, buscaba donde resguardarse, entonces encontró una ventana abierta donde se metió. Adentro está cálido y oscuro, no puede ver que alguien más duerme ahí también. Sintiéndose mejor por estar en un lugar seco y resguardado de la lluvia, el pequeño lobo convertido en humano duerme ahí plácidamente.

Al parecer el sueño de muchos días lo deja rendido, pues al salir el sol al siguiente día, no despierta. Sin embargo, la otra persona que también dormía en ese cuarto, despierta con la luz del sol y se encuentra con un chico durmiendo sobre su alfombra.

El chico se ve joven, sus ropas están sucias y algo desgastadas, además en su rostro, manos y pies tiene algunas heridas. Jeff no sabe qué hacer, aunque el chico parece indefenso, él no puede estar seguro ya que podría tratarse de algún ladronzuelo.

Jeff podría decir qué, el chico es precioso, tiene unas cejas pobladas lindas y un bello perfil, unos cabellos negros muy largos y enmarañados. Tal vez no haya recibido ningún baño en mucho tiempo y al dormir sobre la alfombra, le hace parecer un pequeño cachorro.

Cuando Jeff está a punto de quitar algunas hojas de su largo cabello, el chico despierta y asustado se aleja de su toque. Mirándolo desde una esquina, el chico solo busca una salida para escapar de ahí, no quiere tener contacto con ninguna persona ya que todos se parecen a los que mataron a sus padres. Siendo cachorro de lobos salvajes, nunca tuvo contacto con humanos, hasta ese día que acabaron con su mundo.

Finalmente, el chico encuentra la ventana abierta por la que entró, saltando sobre la cornisa de la misma, no sin antes mirar de nuevo adentro. Se lamenta tener que irse, ya que se estaba muy cómodo y calientito ahí adentro, pero él sabe que no puede estar cerca de ese mismo que se parece a los que mataron a sus padres.

Jeff también se aleja asustado por el comportamiento errático del chico, que le hace caer sentado sobre el suelo. Solamente puede mirar sobresaltado la agilidad del chico y su mirada, la última mirada que el chico da hacia adentro y luego al mirarlo antes de salir corriendo, Jeff sabe que es algo que nunca podrá olvidar.

La mirada del chico es de desesperanza, la misma que sintió él antes de llegar ahí. A Jeff le gustaría saber qué le pasó a ese chico para cargar con esa tristeza. Y sus días pasan así, entre su piano y sus letras, recordando al chico que invadió su casa, y a esas largas caminatas por el campo.

Parecía que de a poco olvidaba su tristeza, hasta que de nuevo los recuerdos lo invadían y Jeff no podía detener su dolor. Esos sentimientos le oprimían el pecho, quemaban su alma, a pesar de que ya nada tenía remedio.

Esa noche era un poco peor, hacía ya un mes desde que todo sucedió, desde que su vida como la conocía se había acabado y el engaño, la traición y la muerte cargaba su corazón. Seguir con su vida normal a veces le resultaba casi imposible, como esa noche.

— ¡Yo no merecía esto! – de nuevo grito a la luna.

En la noche y a la luz de la luna, le era más fácil descargar esos sentimientos. No es que Jeff lo quisiera hacer así, lo que pasa que en las noches es cuando más solo se sentía, porque a pesar que es cuando debería dormir, él no podía ya que le invadía el insomnio. Entonces a su mente llegaban esos sucesos, el engaño y el dolor que le causaba.

"¿Qué sentido tenía ser un buen novio, un buen chico? ¿Por qué si amaba más, recibía a cambio menos amor? Al final fue así, sus sentimientos fueron pisoteados, casi igual que las hojas de los árboles en otoño, las cuales caen y son pisoteadas hasta volverse polvo."

Jeff lloró, lloró con la respiración entrecortada hasta que ya no pudo más y se derrumbó a la luz de la luna. Deseó con todo su corazón poder ser como la piedra que estaba frente a sus ojos. Ser duro, resistente y sin sentimientos como aquella roca. Una risa patética salió de su boca al verse en ese estado por amor.





Gracias por leer.

希 HeeChan



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