My person... Extra HanMi


Descubriéndolo.

Zhou Mi POV

Entrar a otra escuela es difícil, tener que hacer amigos... adaptarte. Ahora imaginen llegar a otra escuela, en otro país, con otro idioma que apenas hablas lo básico y tan sólo por un año… es complicado. Por no decir complejo, problemático, embarazoso, difícil e incomprensible.

¿Qué porque lo hago? Fácil, si no lo hago perderé mi beca y a dos años por salir, no sería justo para mi familia y por supuesto que por muy difícil que pudiera ser, no dejaría escapar una oportunidad así. La verdad es que para que en mi vida se presente otro viaje como este, tendría que esperar a terminar mi carrera y encontrar un buen empleo. Aunque finalmente ese es mi plan de vida, deseo viajar mucho en el futuro.

Por eso es que estoy aquí, en uno de los pasillos de la universidad SM de Seúl, buscando sin éxito el aula que me corresponde. No entiendo por qué nuestros idiomas tienen que ser tan diferentes si pertenecemos al mismo continente, no puedo entender muy bien signos tan diferentes.

Estoy caminando de frente cuando me siento observado. Sí, dirán que soy raro pero, puedo sentir claramente cuando alguien me mira. Volteó hacia donde está la persona que me observa, pero él ya viene hacia mí sin dejar de mirarme, ahora a los ojos. Es un chico tan alto como yo, la diferencia es que él tiene una piel bronceada, se ve bastante atlético y musculoso. Yo soy del tipo lechoso, delgado y de apariencia delicada.

Y aunque lo he pescado mirándome, sigue acercándose.

- ¿Eres nuevo? – me pregunta muy seguro.

- No, estoy perdido porque quiero, ¿no ves? – le contesto de mala forma, porque sé que los de su tipo siempre abusan de los nuevos. Al menos en mi país así es.

- Nuevo y con acento, vienes de China ¿verdad? – no sé cómo lo supo, pero me dejó sorprendido, cosa que le causó risa -. Vamos, yo sólo quiero ayudarte. – quita el horario de mis manos.

- ¿Cómo supiste? – bien, digamos que le creí, pero más bien estoy curioso.

- Tu acento es muy notorio, hablas gracioso. – ahora se burla de mí, eso me molesta.

- Sabes que… - le quito mi horario de sus manos -. No pedí tu ayuda, estaba muy bien solo. Gracias por nada.

Comienzo a caminar con paso decidido sin saber a dónde ir, tomo cualquier camino. Sólo quiero estar lo más lejos posible de ése chico. Que de sólo estar a su lado me ha puesto de muy mal humor. A lo lejos escucho cómo me grita que espere, que no sea así y después su risa.

- Pesado. – bufo molesto, a mitad de la mañana.

Estoy comienzo mi almuerzo y no dejo de pensar en él. Ni siquiera sé su nombre, ni fue amable y se burló de mí, ¿por qué me molesto en recordarlo? Seguramente me caerá mal la comida. Aún así no dejo de comer, quizás sea la mejor comida que dé en el día, la verdad es que tengo muy poco dinero para los gastos y acá el almuerzo es gratis.

Solitario termino de comer. Mi idioma me dificulta un poco mezclarme con los demás… a quién engaño; es mi primer día, es normal que este solo ¿no?

Levanto mi bandeja, mis libros y mi bolso, traigo todo encima haciendo malabares con los platos. Tan concentrado estoy que no veo por donde camino y termino estrellándome con un muro de ladrillos, haciéndome caer al piso con todo lo que traigo encima. Levanto mi vista y noto que no es un muro con lo que choque, es un chico muy grande. Lo peor, se le ve muy enfadado porque le acabo de manchar la camisa.

- ¡Estás ciego! – me grita -. Mira lo que haz hecho, tú vas a pagar por esto.

- Yo… yo…

Estoy tan nervioso que se me ha olvidado el poco coreano que aprendí, las únicas palabras que comienzan a salir de mi boca son en chino. Trato de disculparme, pero el tipo no me entiende y eso le enoja más. Me ha levantado del suelo del cuello de mi camisa, la cual por la fuerza se desgarra dejando al descubierto un poco de mi pecho. Trato de cubrirme, pero sus amigos me han tomado de los brazos, estoy seguro que va a golpearme. Instintivamente cierro mis ojos esperando que lo haga.

Pero el golpe nunca llega.

- ¡Hey, déjenlo! – escucho que alguien grita. Esa voz, la reconozco. Abro mis ojos buscándolo -. ¿No ves que es un chico de intercambio? – sí, es el mismo chico de la mañana -. ¿Te gustaría que te trataran así en un país extraño donde apenas y hablas el idioma? – se planta frente al chico y golpea su cabeza. Lo cual indica que es menor.

Ahora me doy cuenta, el chico que trató de golpearme se ve mucho más chico que yo. ¡Qué pena! Con una fuerza renovada, suelto mis manos y me coloco tras mi ¿salvador?

- Discúlpate. – le pide y el chico lo hace con una venia, alejándose rápidamente de nosotros. Después se da la vuelta quedando frente a mí.

Está muy concentrado observándome, extrañamente no está mirando mis ojos ni mi rostro. Sigo el curso de su mirada y entonces, me doy cuenta que tengo mi pecho al descubierto. Hago un rápido movimiento, me doy la vuelta dándole la espalda, tratando de juntar mi camisa para cubrirme. Está rota, sé que será imposible. Cuando siento que coloca algo en mis hombros.

- Dijiste que te las arreglarías muy bien solo, me engañaste. – termina de ponerme su chamarra y ante mi cara interrogación… -. Úsala, no vas andar por ahí enseñando… eso. – termina de cerrar los botones. Su explicación me deja más colorado que el mismo hecho.

- ¿Por qué me ayudas de esta forma? – pregunto tragándome mi sonrojo. Mientras me ayuda levantando mis cosas del suelo.

- Quizás porque cuando llegue aquí, me hubiera gustado que alguien lo hiciera por mí. Por cierto, mi nombre es Hangeng y soy de China, pero ya tengo varios años residiendo aquí con mi familia.

- Mimi… Digo ZhouMi. Gracias.

Desde ése día nos hicimos cercanos. Me contó cómo sus padres se mudaron a Seúl cuando el sólo era un adolescente, que incluso estaba en más desventaja que yo, pues no sabía nada del idioma y lo pasó muy mal.

Con el paso del tiempo, tan sólo deseaba su compañía y él siempre me daba un poco de su tiempo. Aunque mi coreano mejoraba, no me preocupé por hacer más amistades. Hangeng se volvió mi compañero ideal, a menudo desayunábamos juntos, me llevo a conocer muchos lugares en Corea; incluso salimos muchas veces de noche. No corría peligro, a su lado no.

Poco tiempo después me enteré que él andaba con cierto chico del campus. Si bien el chico no era popular, sí era muy bello. Me enteré también de la fama que le precedía a Hangeng, como un conquistador de primera. Aunque eso no me lo parecía.

Hasta que un día…

Sin dos horas de clase y sin Hangeng, pues él sí tenía su clase, eso suponía yo. Me encontré vagando por los pasillos del campus, sin perderme por supuesto; ya me sabía todos esos pasillos de memoria. Lo que no sé, es cómo mis piernas me llevaron hasta las aulas de ésa persona, me detuve justo antes de doblar la esquina pudiéndome ocultar.

El chico de nombre Heechul, lucía una hermosa cabellera negra y larga, unas piernas delgadas y bien formadas a través del pantalón entallado. Vestía una chamarra de cuero negra, la misma que ese día cubrió mi semi desnudes. Era de Hangeng.

Algo en mi pecho se rompió, quizás fue el encanto o la historia que me había hecho en mis locos sueños. No podía negarlo, el chico era muy bello. Si no estuviera… él me habría gustado también. Tan concentrado estaba que no me percaté de su llegada. Sentí cómo fui jalado y empujado hacia la pared para después ser acorralado por Hangeng.

- Él no puede gustarte. – bufó entre dientes.

- ¿Por qué? Y si él me gusta, ¿a ti qué? – arremetí, ¿Quién se creía para tratarme de esta forma?

- No, simplemente no puede gustarte, no puedes verlo de esa forma, tú… - las siguientes palabras murieron en su boca, pues no dijo más.

Su rostro fue acercándose, estaba enojado, pues podía verlo en sus ojos. Pronto su respiración la sentí sobre mi cuello y lo que murmuró en mi oído, acabó por comprobar esos rumores.

- No puedes mirarlo como a mí.

Abrí mis ojos enormemente. Comprendí que Hangeng sabía que yo sentía algo por él, ¿desde cuándo? Una muy grande decepción y un malestar comenzaron a invadirme. ¿Por qué si andaba con ése otro chico se atrevía a decirme esto, a descubrir mis sentimientos si no iban a ser correspondidos? ¿Cómo iba a poder verlo ahora?

Mis manos subieron hasta su pecho empujándolo lejos, quise salir corriendo de ahí pero él fue más rápido, volviendo acorralarme. Esta vez tomó mis manos con las suyas y las retuvo entre los dos. Aunque su agarre era fuerte no me lastimó. Una de sus piernas se instaló entre las mías sin darme oportunidad de moverme, pues cada que lo intentaba, su muslo rosaba esa parte entre mis piernas provocándome.

Su nariz viajó desde mi mentón, pasando por mi nariz hasta mi frente. Su respiración cosquilleaba. Yo no sabía qué esperar. Mi corazón estaba acelerado y claramente el de él también, pues podía escuchar su golpetear.

- Mimi, ¿tú en verdad me quieres?

¿Para qué quería saberlo? No iba a responder eso. Afortunadamente no tuve que hacerlo, pues alguien interrumpió. Era de esperarse, cualquiera que nos hubiera visto de esa forma, creería que peleábamos y que yo estaba en desventaja.

- ¡Hey! Para eso. – fue el grito que escuchamos.

Hangeng volteó y rápidamente al ver a la persona que nos sorprendió, me soltó. Dio media vuelta y salió huyendo de ahí.

- ¿Estás bien? – me preguntó el chico que nos interrumpió, pero antes que pudiera responder, unas lágrimas escapaban de mis ojos -. No, no llores. – trató de tocarme, lo que me hizo retroceder, pues no lo conocía -. Soy Leeteuk, estoy en consejo estudiantil. No voy hacerte daño. Ese que se fue era Hangeng, ¿cierto?

Me negué a hablar al respecto, por mucho que me preguntó. Sin embargo, seguí llorando. Sabía muy bien que después de esto, tenía que dejar de verlo. Obligarme a hacerlo, pues era lo que menos deseaba.

Gracias a Leeteuk me acerque más a Siwon y Jungmo, aunque ambos eran mis compañeros jamás me relacioné, ni con ellos ni con nadie. Hasta ahora todo mi mundo había sido Hangeng. Al terminar el semestre yo estaba completamente alejado de él, ya ni a sus rumores prestaba atención. Al parecer el comprendió, pues no volvió a buscarme y continuó con aquel chico.

Para terminar el año, yo ya estaba más que acoplado a mi vida diaria sin tener que topármelo. La compañía de Siwon y Jungmo me hicieron mucho bien. Lástima que ya iba a ser hora de volver a mi país.

El día que debía buscar mis papeles a la dirección, pues pronto comenzarían las vacaciones, me lo encontré. Estaba hablando con el mismo profesor que tramitaba mi papeleo y alcancé a escuchar.

- Señor Han, sus papeles para ser transferido están listos. Guárdelos bien para que no los pierda, conociendo lo distraído que es. Y por favor, no se meta en líos en su nueva escuela. Tenga buen viaje usted y su familia, China los espera de vuelta.

- ¡¿Qué?! – sí, lo grité. Cuando me di cuenta, Hangeng estaba mirándome y el profesor igual.

- Gracias profesor. – dio las gracias sin voltear.

Cuando volví en mí, me encontraba fuera de la oficina, siendo jalado por su mano a no sé dónde. La noticia me dejo atolondrado, hasta que llegamos a un solitario salón, él me soltó.

- ¿Qué fue eso? – le pregunté queriendo comprobar lo que había escuchado.

- Vuelvo a China. – respondió tranquilamente.

- Pero ¿por qué?

- A mis padres les ha ido muy bien acá, pero extrañan a su familia. Con lo que tienen ahorrado van a comenzar un negocio allá. Mi madre ya tiene todo planeado y yo regresó con ellos.

- ¿Cómo puedes decir todo eso tan tranquilo? ¡¿Cómo pueden hacerte esto?! – volví a gritar, estaba más contrariado que él -. Estás a un año de terminar, tienes una vida aquí, un novio y… y…

Me callé. Pues Hangeng me miraba sorprendido por mi exagerada reacción. Y cómo no hacerlo cuando lo veía tan tranquilo, como si no hubiera nada que lo retuviera aquí. A quién engañaba, aún me preocupaba por él, que fuera feliz aunque yo no fuera parte de esa felicidad.

- ¿Cuidaras de mí cuando esté en China? – su pregunta me sorprendió más.

Se acercó a mí, pero no como lo había hecho antes. Esta vez fue con cautela, como si temiera asustarme. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca, apoyó su cabeza en mi pecho. Como si estuviera muy cansado de luchar contra lo que sentía y lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, pues las pude sentir mojando mi pecho.

- Pero qué dices, ni siquiera sabes si estarás en la misma universidad que yo. Tonto. – golpeé uno de sus hombros y después lo abracé.

Estuvimos así abrazados por mucho tiempo, en silencio. Hangeng descargando todo eso que sentía y que por lo que vi, ni él sabía qué era. Y yo, haciéndole compañía, llenando mi corazón de ese pequeño calorcito que había dejado de sentir.

Cuando se hubo calmado, se limpió las lágrimas de sus mejillas y levantó su rostro.

- Entonces qué dices, ¿cuidaras de mí?

- Te daré el mismo trato que tú me has dado aquí. – algo que lo hizo reír.

- Me prepararé para ser acosado. – y comenzó a reír, ante tales palabras comencé a golpearle.

Salimos del salón charlando como si nada hubiera pasado, como si todos estos meses separados nunca hubieran existido. Él me hablaba de sus planes al volver a China y del mucho tiempo que no había visto su familia.

Con sus palabras, sus actos descubrí, que no tenía nada que lo retuviera aquí en Seúl. Sus palabras de esperanza, lo fuerte que tomo mi mano cuando me dijo que volviéramos juntos a nuestro país; dejó al descubierto pequeños sentimientos hacia mí.

Y aunque faltaban muchos más por descubrirle, ya tendríamos tiempo para hacerlo… En China.


❀.....❀.....❀.....❀.....❀

Comentarios